F. Mollá.- A punto de cumplir dos años, el Espacio Canarias (Alcalá, 91) se ha convertido en referente de la cultura isleña en la capital española. El viernes 14 de enero tuvo lugar la última actividad del programa Septenio, del Gobierno de Canarias, en el marco de la iniciativa ‘El escritor del mes’, que tendrá lugar hasta acabar enero y durante todo febrero. A través de su libro ‘Canción atlántica’, el artista Pipo Hernández ahondó en la figura y obra de Manuel Padorno, el poeta pintor que aunque nació en Tenerife (1933) quiso morir en Madrid (2002).
Lo hizo a partir de sus impresiones tras la lectura de ‘Canción atlántica’, volumen póstumo editado por Tusquets al cuidado de Josefina Betancor, la mujer del homenajeado. En él se agrupan cuatro libros de Padorno escritos entre 1997 y 2002: ‘Para mayor gloria’, ‘Hacia otra realidad’, ‘El otro lado’ y ‘Fantasía del retorno’.
Todo el que hasta el fin de febrero se acerque al número 91 de la calle Alcalá podrá disfrutar de una muestra de la producción bibliográfica de Padorno, el también editor y académico que, establecido desde niño en Las Palmas de Gran Canaria, cultivó desde muy joven la poesía y la pintura.
‘De paso’ de Las Palmas a Madrid
En la época de los años cincuenta, con artistas como Manolo Millares, Elvireta Escogio, Martín Chirino, Alejandro Reino y José María Benítez, formó el grupo de artistas y escritores vanguardistas de Las Palmas, que se trasladan a Madrid, donde conviven y se relacionan con los pintores y poetas que más tarde formarían el grupo El Paso.
Su biografía marca una vuelta a casa, donde continúa su producción poética y cofunda proyectos como el grupo Teatro y Poesía y la revista radiofónica La cometa. Con su esposa Josefina Betancor se instala a principios de los sesenta en Lanzarote, isla en la que escribió ‘A la sombra del mar’, libro de gran influencia en la poesía española.
Pero volvió a Madrid y desde 1965 dirigió, con Luis Feria, la colección ‘Poesía para todos’, núcleo aglutinador de poetas y pintores de la Generación del 50.
En 1972 creó con Josefina Betancor la editorial Taller Ediciones JB, en la que cobró especial relevancia la difusión de los autores canarios. A partir de los ochenta expuso con mayor asiduidad su obra pictórica en las principales ciudades españolas, así como en París, Estocolmo y Jerusalén, entre otras.
Como asesor de Cultura del Gobierno canario, a mediados de los ochenta, desarrolló una intensa labor de dinamización cultural en las islas. Entre sus logros figura la adquisición de la antigua fábrica de tabacos La Regenta, reconvirtiéndola en Centro de Arte y sala de exposiciones.
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