J. E. Villarino*.- El lío que hay formado en Cataluña es gordo y no menor el que también tenemos en el resto de España. Todo apunta a que si antes no se urde alguna otra trama, los catalanes tendrán que acudir nuevamente a las urnas por cuarta vez en cinco años, que se dice pronto.
Pero, si la política catalana es la casa de los líos o, con perdón, el gran carajal, la economía y las finanzas públicas catalanas no se quedan atrás. La deuda emitida por la Generalidad de forma irresponsable y torticera, avalada por el estado español, asciende a más de 60.000 millones de euros, que habremos de poner los de Lugo, Badajoz, Manresa y así hasta 47 millones de españoles, nuestros hijos y nietos.
Todo este dinero ya ha sido despilfarrado y el organismo financiero llamado PAL, que sale en ayuda de las autonomías para solventar sus problemas de liquidez, ya le ha dado a Cataluña más de 20.000 millones.
¿Y qué han hecho con tanto dinero? Pagar su sanidad, no. Pagar las medicinas de los pacientes, no. Pagar las facturas a los miles y miles de proveedores del sistema público, no. Han servido para que el presidente de la Generalidad gane vez y media más que el presidente del gobierno español.
Para que trescientos altos cargos ganen también más que el presidente del gobierno de todos los españoles. Para sacar obras y servicios a contratación y el partido del gobierno arramplara con la tajada del 3%, o vaya usted a saber qué tanto por ciento. Para que la familia de los Pujol se haya forrado con, al menos, dos mil millones de euros.
Se lo han gastado en crear organismos paralelos de corte nazi como esa auto denominada asamblea nacional, como la CAC audiovisual, y un largo etcétera, encargados de calentar la hoguera separatista. Se lo han gastado en una enseñanza sectaria que ya ha producido tres generaciones de ciudadanos que odian a España. Se lo han gastado en embajadas de la señorita pepis y en pasearse por medio mundo mendigando el apoyo a sus delirios, para que les dieran con la puerta en las narices.
Están en la indigencia y les importa un pito porque saben que ha habido todos los gobiernos de la transición y no transición que les han bailado el agua y les han inflado de billetes para templar gaitas y tener a la bicha separatista, secesionista e independentista adormilada. Eso es lo que hizo, elevado a la enésima potencia, un tal Zapatero, que les acabó de dar todas las ínfulas del mundo. Otro tanto también es lo hecho por este melífluo gobierno, ya en funciones.
¿Cuándo alguien va a aplicar a la administración autonómica catalana (no me da la gana de decir Generalidad) que no hay que confundir con los catalanes ni con Cataluña, el artículo 155 de la Constitución? Este artículo para nada habla de suspender la autonomía, sino de tomar medidas para corregir, temporal o definitivamente, actos contrarios al interés general o a la buena administración de las cosas. Ya lo he dicho más de una vez: el artículo 155 no está para combatir actos de secesión ,rebelión o independencia. Para éstos está en Código Penal.
El artículo 155 está para corregir, enmendar y salir al paso de la mala administración y la mala gestión de las autoridades y órganos públicos. Para combatir abusos, atribuciones indebidas, despilfarros, mala gestión, que son cosas, y más, que le pasan al gobierno autonómico catalán.
¿Hasta cuándo vamos a seguir así? Ya está bien. Ni yo, ni nadie tiene por qué pagar las fiestas separatistas y financiar la independencia que pretenden unos iluminados, Ya está bien. Ahora ya no hablan del tan manido “España nos roba”. Desde que al capo corrupto mayor se le desvelaron parte de sus afanes (en el sentido de afanar, robar) nadie repite ya la cantinela. Ahora vemos que nos han estado robando a todos e, incluso, a ellos mismos.
Cuarenta años metiendo la mano en la caja la familia al mejor estilo siciliano, y aquí todo el mundo callado, sin decir ni pío. Yo (léanse las castas políticas de todo pelaje) hago la vista gorda, con tal de que no saques los pies del tiesto y te comportes, o hagas que te comportas, sin desbarrar mucho constitucionalmente.
Todos los presidentes sabían del percal de los mal llamados nacionalistas catalanes y vascos. Suárez, Calvo, González, Aznar, Zapatero y Rajoy. Todos eran advertidos por los servicios secretos de los tejemanejes de unos y otros y todos callaron y miraron para otro lado. Cuando su obligación era y es cumplir ellos la ley y hacerla cumplir. Deberían ser todos ellos reos de banquillo.
Para ir acabando, exijo que con mis impuestos no se destine ni un euro más a todo aquello que no sea necesario, estrictamente necesario, para los ciudadanos catalanes. Que se aplique el artº 155, interviniendo la autonomía, interviniendo solo determinadas consejerías, controlando los ingresos y los gastos, todos, al céntimo de euro, o cómo sea.
Exijo que se ponga coto a tanto desgobierno que pagamos los demás. Que ya está bien. Para castigar su insolencia independentista, que bastante ya se ha consentido y bastante materia punible hay desde tiempo ha, aplíquese el Código Penal a quienes lo hayan vulnerado o sobrepasado y castíguese la rebelión y la sedición, que haberlas haylas y las ha habido.
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