C. Horche*.- La palabra “duelo” proviene del término latino dolus, que significa dolor. El duelo es la respuesta emotiva a la pérdida de alguien o de algo. No es por tanto un momento, una situación o un estado, sino un proceso de reorganización de algo que tiene un comienzo y un fin. Todos los duelos implican pérdidas, ya sea materiales, o de personas. Puede ocurrir que sea una pérdida real (fallecimiento) o simbólica (separación).
Las pérdidas pueden ser por tanto de distinto tipo; de personas significativas, pérdidas de partes del cuerpo, separaciones o divorcios, pérdida de proyectos y expectativas, pérdidas del ‘sí mismo’ etc. El duelo es en principio un proceso normal que cumple una función adaptativa. La duración es muy variable, puede durar entre uno y dos años, y tendrá un impacto distinto dependiendo de lo importante que lleguen a ser para cada persona esa pérdida, de factores de personalidad (confianza y autoestima, recursos de afrontamiento de los que dispongamos, intensidad con la que vivamos las emociones), o el apoyo familiar y social real y percibido (sentimiento de comprensión y apoyo de parte de familiares y amigos).
En algunas ocasiones, la asimilación de la pérdida se puede hace de forma gradual como en el caso de las enfermedades, pero en otros hasta que no se produce la pérdida definitiva no se puede empezar a elaborar el duelo como es el caso de las separaciones o divorcios.
Desde que se recibe o produce la noticia de la pérdida hasta que se asimila y acepta, pasa un tiempo indeterminado y una serie de fases que implican superar diferentes momentos de dolor aunque no siempre las fases se producen en el mismo orden.
1. Desconcierto e incredulidad. Es la primera reacción ante la noticia, suelen aparecer pensamientos del tipo: “Esto no me está pasando a mí”. Además, se produce una negación de la realidad (alejarnos del hecho para minimizar los efectos y consecuencias de lo ocurrido).
2. Tristeza profunda. En esta fase hay sentimientos muy intensos de pena y una experiencia muy intensa de dolor pudiendo aparecer manifestaciones de conductas depresivas (llanto frecuente, pérdida de hambre y de sueño, miedo a no superarlo, etc).
3. Enfado. Se producen reacciones de ira y descontento, puede haber agresividad contra una misma y contra quienes nos rodean buscando culpables ante la pérdida.
4. Desesperación y depresión. Nos sentimos sobrecargadas con dolor y angustia por la pérdida y entramos en un estado emocional profundo (silencio y melancolía extremas) lo cual demuestra que empezamos a aceptar la realidad de la pérdida. Sentimos apatía, tristeza y fragilidad, y esto nos permite irnos haciendo a la idea de una pérdida irreversible. Es la silenciosa resignación.
5. Aceptación y paz. Va reapareciendo la necesidad de centrarse en las actividades cotidianas, de abrirse a las relaciones sociales, es decir, de volver a hacer nuestra vida haciendo los reajustes necesarios para integrar la pérdida. En términos generales, no se vuelve al estado anterior a la pérdida pues el cambio implica una reorganización personal, familiar y social.
Existen una serie de mecanismos de defensa, es decir, procesos de afrontamiento encargados de minimizar las consecuencias de eventos con alto contenido estresante, que se ponen en marcha en la elaboración del duelo: Negación, Proyección, Idealización, Animismo, Formación Reactiva o Racionalización.
Para poder superar el duelo, puede ser útil aceptar la realidad de la pérdida, trabajar las emociones y el dolor de la pérdida, adaptarse a un medio en el que la pérdida ya es una realidad. Reorganizar nuestra vida sin la presencia de esa persona u objeto material, recolocar emocionalmente a la persona fallecida (pérdida) y continuar viviendo y recuperar nuestra vida, proyectos e ilusiones.
Según lo dicho, el duelo es un proceso complicado y doloroso del que normalmente surge una crisis. Podemos vivir ésta como algo dramático y negativo o como algo positivo en el sentido de ser una oportunidad de aprendizaje y cambio.
En Afart disponemos de un equipo de profesionales que podemos ayudarte a elaborar y trabajar todo tipo de duelo. Si estás atravesando un momento delicado en tu vida, o el recuerdo de una pérdida no te deja avanzar, ponte en contacto con nosotras.
* Carmen Ruiz Horche es psicóloga en el centro Afart de Psicoterapia.