J. A. Plaza*.- Enterados estamos por mor del señor vicepresidente González de que es previsible un despido de trabajadores en la televisión pública de Madrid. En los tiempos modernos en que la información es poder, lo sabe hasta el gato. Tanto es así que todas las comunidades tienen su (o sus) propios medios de comunicación. En el egocéntrico juego autonómico de ver quién tenía más trenes, universidades, televisiones o embajadas, hemos llegado en España al paroxismo de creernos 17 pequeños reinos gobernados por los nomarcas de turno, como si de un pequeño Egipto faraónico se tratase. Con tanto dispendio, lógicamente hemos multiplicado por 17 (por no hacer distingos, aunque los hay) el gasto del Estado.
En cualquier sociedad moderna, la res pública tiene alta importancia como reguladora de la vida económica, legal comercial y consuetudinaria de un país. El sector privado, no obstante, es quien debe llevar el peso en estas áreas, aunque con una regulación desde el sector estatal.
En esos entes difusos que conocemos como mercados, y que no son más que personas que crean, desarrollan invierten y venden empresas, uno de los conceptos claves para valorar una empresa es el beneficio que ofrece su actividad. Cualquier empresa que quiera sobrevivir en el mercado debe dar beneficios a sus accionistas, sean estos quienes fueren. Incluso aunque sus participaciones sean públicas, debe ser competitiva y saneada. Si es una empresa estatal y dado que el Estado no tiene ánimo de lucro, deberíamos exigir a nuestros gobernantes que al menos alcance el equilibrio presupuestario y no nos cueste dinero a los contribuyentes. Si no, podemos caer en la paradoja de tener empresas públicas absolutamente subvencionadas dirigidas por directivos, que no dejan ser cargos “de confianza” de los partidos, ganando sueldos elevados sin ser capaces de conducir adecuadamente la gestión que se les ha encomendado. La repanocha, oiga.
Por tanto, sí que el sector público debe tomar enseñanzas del sector privado, y debe aprender a conducir sus inversiones, que son las de todos, con sensatez y prudencia y sin costarnos dinero. ¿Cómo es posible que otras empresas que se dedican a exactamente el mismo negocio que Telemadrid -léase Telecinco o Antena3- den beneficios y sin embargo Telemadrid le cueste dinero al erario público? ¿Directivos negados? ¿Sindicatos estranguladores? ¿Modelo de negocio equivocado?
Lo que está claro es que debemos reorientar no ésta, sino todas las empresas que viven de la subvención para que de una vez por todas se conviertan en verdaderas empresas de mercado, eficaces y rentables, y no rémoras de las maltrechas arcas públicas.
Lo cual no significa necesariamente vender la empresa, ni despidos masivos, ni demoliciones varias. Lo que significa es que debemos de cambiar la mentalidad de “vivir de la subvención del Estado” a “vamos a generar equilibrio presupuestario” y para eso debemos tomar lecciones de eficiencia del sector privado.
No es correcto basar la valoración de Telemadrid en que es la televisión pública más barata de España (entre 20 y 50 euros por persona y año, según quien dé la información). Su deuda ha crecido hasta los 240 millones de euros y su cuota de pantalla cayó del 17% al 11% a finales del año 2010 y ahora está en el entorno del 8%. Sólo el 21% de su presupuesto se sufraga con los anuncios, por lo que la Comunidad debe aportar 95 millones al año para su manutención. Es más, la cadena cuenta con unos 1.200 trabajadores, los mismos que Telecinco, que es de ámbito nacional y da beneficios, estando cotizada en bolsa. Números flojos para una empresa que presta un servicio público, el de la información, que es redundante con otros medios existentes (TVE, cadenas privadas, radios, periódicos…). Recordemos que una empresa es pública no por la composición de su accionariado, sino por la intervención que tenga el gobierno en sus decisiones. Puede que si deja de ser pública perdamos calidad en los contenidos de la cadena, pero al menos cerraremos un agujero en nuestro bolsillo por donde se escapan los preciosos caudales públicos, tan necesarios para otros compromisos sociales. Cualquier cosa, menos que siga como está, en números rojos.
*Jose Antonio Plaza Rivero es vocal vecino de Obras Públicas de la Junta Municipal de Salamanca y Jefe de Área en la Consejería de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid.
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Pues a mi me gusta ver Telemadrid, sobre todo madrileños por el mundo, pero si es a costa de que nos cueste una pasta para eso tenemos ya la television española. Es verdad que en Madrid hemos tenido una epoca de gastar y gastar que nunca se va a acabar pero rectificar es de sabios, Sra. Aguirre y esto quiere decir que se gastó de más y ahora no tenemos para lo necesario. No puedo estar mas acuerdo con Plaza. Más aún, creo que algún o algunos dirigentes deberían ser procesados como en Islandia por gastosos y egocentricos con resultado de ruina generalizada. Y mientras, los autónomos jorobados, las tiendas cerrando y los servicio públicos tiritando...
Me parece estupenda la idea de que haya algo que nos deje de costar dinero a todos. Porque, aunque no seamos conscientes, todos esos servicios recortados o suspendidos por los que tánto protestamos, los pagamos entre TODOS. Si el Estado, o en este caso la Comunidad de Madrid, a causa de la crisis, tiene un 50% menos de ingresos, hay dos opciones, a elegir entre los que tánto protestan: o nos suben los impuestos, tasas, multas, etc, o nos recortan servicios y prestaciones. Y no hay mas elección, se pongan como se pongan. Que en el pasado se ha dilapidado el dinero...por supuesto, por parte de todas las administraciones. Que hay cargos públicos a los que se debería poder meter en la carcel por su gestión...por supuesto!!. Pero la cosa está como está, y hay que tomar medidas, no se puede tener todo....
Es la primera vez que te leo y estoy de acuerdo con algunas conclusiones, aunque los razonamientos son distintos.
En este caso, como en casi todos, suelen ser las direcciones políticas las culpables.
Y en concreto, la dirección de telemadrid ya ha estado en candelero mucho tiempo, Incluso denunciada por sus trabajadores, con riesgo de su propio despido, por obligar a mentir descaradamente a los profesionales. Pero bueno, ya sabemos que el fin justifica los medios.
También podrían tener penas de cárcel, por abusos económicos y morales, aunque en un país como éste, es impensable un mínimo de justicia.
En tu artículo anterior, me costó contenerme. Ni a favor de maltratar toros, ni de los chulos ni de la incultura, ni de la virgen. Si la tradición es lamentable, mucho mejor que la globalización la borre.
Efectivamente, cualquier empresa para sobrevivir debe dar beneficios. En las empresas públicas, entes, organismos, agencias…el beneficio debe ser cero, pero es verdad que al menos deben equilibrar gastos e ingresos. Si esto no es así y tienen perdidas, aunque su servicio sea necesario, lo mejor es privatizarla por el alto coste que provoca. Se incrementara su eficiencia y va a mejorar los servicios/bienes que ofrece. Al estar en manos privadas van a intentar obtener un máximo beneficio, que al estado además le va a interesar pues va a obtener mayores impuestos. Lo que no puede ser es una mala Gestión Empresarial con dinero de todos.
Un saludo.
Gran artículo Jose Antonio. Desde siempre nos han dicho que papá Estado está para cubrir las necesidades de los ciudadanos que no cubre el sector privado. Esto me lleva a preguntar: ¿qué servicios cubren las televisiones públicas que no ofrecen las privadas (Siendo éstas últimas, como tú bien dices, rentables)?
Y por supuesto estoy de acuerdo contigo, en la reorientación de las empresas subvencionadas. Siempre cuestiono las subvenciones porque en el campo de juego esas empresas subvencionadas no compiten con las mismas armas que las no subvencionadas, y que en muchos casos son rentables, provocando que éstas últimas salgan del mercado.
Gracias por decir las cosas tan claritas.