A. Retiro*.- Si has acudido a alguna de las manifestaciones o marchas que hemos compartido, sin duda habrás escuchado la frase anterior, que no es solo un slogan sino que está realmente justificada. Así lo justificamos. Realmente no es que no sea una crisis, que realmente lo es, sino que la crisis está motivada por una gran estafa previa y en esta estafa, como en todas, hay estafadores y estafados y los estafados somos nosotros.
Lo que ocurre es que los estafadores y sus buenos colaboradores economistas, algunos incluso premios Nobel, esconden el mecanismo de la estafa, con lo que consiguen el disimulo perfecto. Si no hay estafa no hay estafador y todos somos culpable (o ninguno es culpable, que es lo mismo).
Para conseguir la gran prestidigitación a nivel planetario nos lían con conceptos abstractos y abstruso, impersonales y expresados en una jerga perfectamente incomprensible y que, en ocasiones, dice incluso lo contrario de lo que parece decir. Usted, estúpido iletrado ignorante, cómo va a entender estos mecanismos complejos. Deje actuar a los tecnócratas, que ellos sí que saben (y además son de los nuestros, que nosotros les pagamos el sueldo)
Uno de los mecanismos de la estafa tiene que ver con el juego del precio y el valor, con el dinero y con la dedicación de los recursos productivos a producir dinero, que no riqueza. Vamos a él. La riqueza que tenemos entre todos está constituida por los bienes que tenemos y disfrutamos. Forman parte de ella las judías que comemos y el abrigo que vestimos, pero también la enseñanza y la sanidad que tenemos derecho a disfrutar, la vivienda en la que vivimos o las calles y plazas que compartimos (incluso los árboles que vislumbramos a lo lejos, detrás de la polución) Para manejar esa riqueza y poder relacionarnos se inventó el dinero, que no es otra cosa que la representación del valor de la riqueza, que así empieza a tener un precio (si no hay dinero no hay precio) En un momento determinado (pongamos en los 80, cuando se lanza la desregulación de los mercados) la riqueza es la que es y existe una cantidad de dinero que la representa ¿Qué ocurre si, por la causa que sea, la cantidad total de dinero disminuye?. Sencillamente, como la riqueza no cambia a cada unidad de dinero que queda le corresponde más riqueza. Si mi dinero no es el que ha desaparecido, yo, con el mismo dinero, tengo derecho a más riqueza. El perjudicado es aquel que tenía el dinero que ha desaparecido. Pero si el dinero lo perdemos todos por igual (todos perdemos 10 céntimos por cada euro que tenemos, por ejemplo), la situación es exactamente la misma. Cada uno de nosotros seguimos manteniendo la misma riqueza, pese a tener menos dinero Si, por el contrario, lo que ocurre es que el dinero aumenta, la situación es exactamente la simétrica, lo que quiere decir que si la cantidad de dinero crece porque todos recibimos un dinero adicional (digamos que recibimos diez céntimos por cada euro que tenemos, sea, por ejemplo, porque las cosas van bien y nos reducimos los impuestos) la riqueza que nos corresponde a cada uno se mantiene. Pero si el dinero que aparece se queda solo en unas manos (digamos, por ejemplo, en manos de un financiero o un banco), todos los demás perdemos. A cada unidad de dinero que tenemos cada uno de nosotros le corresponde menos riqueza y como tenemos la misma cantidad de dinero, en total tenemos menos riqueza. Entre todos tanto menos como la parte de riqueza que corresponde al dinero nuevo que ha aparecido y, por tanto, al que se queda con él. Mi dinero, mi salario, mis ingresos se corresponden con menos riqueza sin que yo haya hecho nada malo o descuidado. Sólo porque un ingeniero financiero ha encontrado la manera de generar de generar dinero (no riqueza) y quedárselo. No me roba el dinero pero sí hace que el que tengo valga menos en su correspondencia con la riqueza Entonces, cuando nuestros representantes (que no nos representan, como también
gritamos en las manifestaciones) nos dicen que todos tenemos que contribuir a solucionar el problema suena hasta lógico, pero si lo piensas un poco, yo tengo que contribuir con mi dinero pata negra, el que ha salido de mi esfuerzo, mientras que el especulador, el estafador, lo tiene que hacer aportando una parte del dinero estafado. Y, como además está asociado, o incluso confundido o siendo el mismo, con el que no nos representa pero es nuestro representante, todo ello dentro de la legalidad, sin riesgo siquiera de ser perseguido. Eso sí, contribuirá a financiar a los partidos políticos o, incluso, a alguna fundación. Todos nos empobrecemos (salvo los que se enriquecen)
Sí, ya sé que no hemos aclarado el mecanismo mediante el que el dinero les crece en los bolsillos a los estafadores y usureros. Pero esto lo dejamos para el siguiente fascículo.
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Foto: Javier M. Avellido (Zonaretiro.com)