J. E. Villarino*.- Nos dejó dicho don Antonio Machado en su poema ‘El Españolito’, que una de las dos Españas nos helaría el corazón. Nada más lejos de lo que estamos sufriendo estos días julianos, en que una de las dos Españas nos abrasa el corazón.
Más de las dos terceras partes de la España peninsular e insular está abrasada por las masas de aire cálido procedentes del desierto sahariano, con temperaturas de hasta 47,6 grados (Montoro, Córdoba, 13/07/2017), el mayor registro de temperaturas máximas desde que existen estadísticas.
El juego de las borrascas y las masas de aire cálido
La importancia de la oscilación del Ártico radica en que determina toda la circulación atmosférica del Atlántico Norte. En especial la latitud en la cual se forman las borrascas y el corredor por el que se desplazan hacia Europa –habría que añadir también el efecto de la llamada oscilación del Atlántico Norte, pero la obviaré para no complicar la explicación y por estar, en términos generales, acompasada con la del Ártico–.
“Para entenderlo, miremos la siguiente figura (autor: John Mason en SkepticalScience) en la que se esquematizan los dos modos, o situaciones, de la oscilación. A la izquierda, la oscilación en su modo positivo, con un fuerte vórtice polar.
La corriente en chorro (en rojo) es poco sinuosa y permanece sobre latitudes altas. Las borrascas (letra L), situadas por encima de ella, discurren por un corredor que atraviesa Europa del Norte, mientras que los anticiclones (letra H) dominan el sur europeo y la cuenca mediterránea. Llueve en Europa del Norte y el tiempo es seco en el Mediterráneo.
El panel de la derecha muestra la situación opuesta: el modo negativo de la oscilación, con un vórtice polar débil y una corriente en chorro sinuosa. En este caso, se abre un corredor que permite que las borrascas atlánticas se desplacen a latitudes bajas y alcancen la península ibérica.
Hay que señalar que los dos gráficos de la figura que acabo de comentar, son muy sinópticos y representan muy esquemáticamente las dos situaciones generales. El día a día meteorológico ofrece variantes, más o menos complejas, que tienen las características de alguno de estos dos modos pero que no corresponden exactamente a la regularidad de los dos dibujos de la figura”.
El reparto de las lluvias, humedad, temperaturas e insolación
Podemos decir que España, según lo explicado en la teoría del vórtice polar del Ártico expuesta anteriormente, queda dividida en dos Españas: una España septentrional, húmeda y una España meridional, seca, donde escasean las precipitaciones.
Las precipitaciones
En este mapa se muestra la precipitación media anual, valor que se obtiene a partir del promedio de las lluvias registradas en los doce meses del año. En España este valor se distribuye de forma irregular, aunque mantiene una estrecha relación con la configuración del relieve. En el mapa se puede apreciar que su distribución espacial presenta las siguientes características:
• Las precipitaciones disminuyen de norte a sur.
• Las precipitaciones en la vertiente atlántica son superiores a las de la vertiente mediterránea.
• Las precipitaciones más importantes tienen lugar en las laderas de los sistemas montañosos situadas a barlovento de los vientos húmedos, frente a las de sotavento, donde las cantidades son, en general, inferiores.
La humedad
En este mapa se muestra la humedad relativa media anual, valor que se obtiene a partir del promedio de la humedad registrada en los doce meses del año. La humedad relativa media anual oscila entre el 75% y el 80% en las zonas costeras atlántica y cantábrica, y en torno al 70% en la mediterránea.
La humedad media anual decrece hacia el interior, hasta tomar valores en torno al 60% en la Submeseta Sur. Dada la influencia del mar, la humedad relativa es significativa en los dos archipiélagos, sobre todo, en aquellas islas que presentan menor altitud, o en las que se forman nieblas frecuentes por el efecto del relieve. Son significativos los reducidos valores de humedad relativa registrados en el interior de la isla de Tenerife, que se explican por la notable altitud del Teide (3.718 m), alejado de la influencia del mar y por encima del mar de nubes.
Las temperaturas
En este mapa se muestra la temperatura media anual, valor que se obtiene a partir del promedio de las temperaturas medias registradas en cada uno de los doce meses del año
Su distribución, al igual que la precipitación, es muy irregular, y también está estrechamente ligada a la configuración del relieve. La isoterma de 10º C parece delimitar los sistemas montañosos de la mitad norte peninsular: Cordillera Cantábrica, Pirineos y Sistemas Ibérico y Central.
De igual manera, en la mitad sur, la isoterma de 12,5º C marca la zona montañosa: sector meridional del Sistema Ibérico y Sistema Bético. En la submeseta norte, la temperatura media es de 12,5º C y, en la sur, de 15º C. Las zonas más cálidas delimitadas a partir de las isotermas de 17,5º C se localizan en el valle del Guadalquivir, en las costas del sur, sureste y levante, así como en algunas áreas litorales de Canarias.
Insolación anual
En este mapa se muestra la insolación anual, valor que se obtiene a partir del número de horas de sol registradas a lo largo del año. La insolación aumenta de forma bastante regular de norte a sur.
En Galicia, Cantábrico y alto Ebro es de 1.600 a 2.000 horas. Los valores más altos de insolación se dan en Badajoz, Sevilla, Almería y Alicante. En Baleares los valores de insolación están cerca de las 2.800 horas en Mallorca, y 2.600 horas en Ibiza y Menorca. En Canarias, debido a la nubosidad ligada a los vientos alisios, el número de horas de sol es variable según las islas.
La España climática, partida en dos
Pues bien, España está en mitad de esta salsa. Cuando decimos en mitad, queremos decir mitad en términos estadísticos. Sobre España, según se trate de la estación, se alternan frentes borrascosos con lluvias y descensos de temperaturas con las entradas de masas cálidas de aire sahariano.
Hasta ahora, esta situación era “la normalidad”: lluvias en otoño, frío y nieves en invierno, lluvias y templanza en primavera y calor y sequía en verano. Lo que ocurre es que desde hace unos años estos fenómenos se han agudizado de manera crítica y todavía la ciencia, -valga la redundancia- a ciencia cierta, no sabe cuales son las causas, aunque casi todas las papeletas las lleva el calentamiento global, consecuencia de la antropogénesis, especialmente por las emisiones de carbono.
Climáticamente, España está partida en dos. Cuando llegan los fríos, la primera mitad -más o menos- tirita de frío o se congela, se cierran puertos, mientras la otra mantiene temperaturas mucho más tibias. Ello no obsta para que en los tiempos que corren se vean grandes nevadas en la costa murciana o la mancha albaceteña.
Por el contrario, cuando llegan los calores, una mitad, la central y sur se abrasa con temperaturas cada año en progresión, mientras en la cornisa cantábrica duermen con una manta. Ello, tampoco obsta para que haya días que en la hoya de Orense se cuezan de calor o en Santander y San Sebastián se echen a la playa del Sardinero o La Concha.
Hubo dos Españas que olvidaron sus desmanes y que se unieron en una sola en una nueva andadura, aunque haya empeñados en desenterrar el hacha de guerra, como así ha sido. Desde hace tiempo y tiempo, cada vez más, avanzan otras dos Españas climáticamente contrapuestas: la cálida, abrasadora y seca y la templada, húmeda y lluviosa o nival.
Malos augurios para nuestros nietos
En el cuadro anterior se resumen de forma esquemática las más relevantes proyecciones de cambio climático en España, ordenadas conforme al grado de certidumbre que ofrecen los resultados de las simulaciones realizadas por el conjunto de seis modelos considerados.
Para ello se ha considerado el grado de consenso entre los diversos modelos climáticos disponibles, de manera que la certeza más elevada se asigna a aquellos cambios en los que todos los modelos coinciden, disminuyendo el grado de certidumbre a medida que lo haga el número de modelos coincidentes. La certeza más baja corresponde a cuando solo un grupo minoritario de modelos ofrecen resultados similares.
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Con fuentes y datos de:
• Víctor Fairén. Abril, aguas mil, y la oscilación del Ártico, / abril 23, 2016).
• Centro Nacional de Información Geográfica. Web Mº de Fomento. Mapas climáticos.
• Manuel de Castro, Javier Martín-Vide y Sergio Alonso. El clima de España pasado, presente y escenarios de clima para el siglo XXI. CSIC. 2016
* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF). Autor del blog ‘Paseo de coches’ en Zonaretiro.com