J. E. Villarino*.- Casi sin solución de continuidad hemos vivido dos noches, para muchos de infarto. La del adiós, más retórico que real, del Reino Unido a la Unión Europea y la de anteayer, la noche de las repetidas elecciones generales que de ser durante la campaña un todos contra uno, el uno les hizo la gallegada de tener que tragarse aquello de que ríe más, quien ríe el último.
Noche ésta, de pocas sonrisas y alguna que otra lágrima, rematada por un discurso del vencedor: improvisado, deslavazado y trabucado, impropio de un presidente que bien parecería que se hubiese tomado para celebrar su victoria algún que otro chupito antes de su intervención. Pero, seguro que no.
Brexit: romper para que todo siga igual
Pues, contra todos los pronósticos, ganó el brexit y se armó la marimorena. O eso dicen, porque yo no acabo de creérmelo. Es cierto que los pronósticos de los días inmediatamente anteriores al jueves eran ligeramente favorables a la permanencia del Reino Unido en la UE.
Al final vencieron la demografía y la sociología. El voto del adiós se asentó en los votantes de mayor edad y en las zonas profundas que todavía añoran la autarquía insular (aquello del aislamiento continental), el imperio británico y el victorianismo del té a las cinco.
Sostengo que el principal problema que se deriva del exit no es tanto para el resto de los 27 excompañeros de la Unión Europea, como para los propios británicos. A ellos se les monta un carajal de cuidado.
Ni minutos han tardado escoceses y norirlandeses en salir a la palestra y remover las respectivas independencias. Bien mirado, la cosa es bastante esperpéntica. Un jefe de gobierno conservador alentando de rebote los nacionalismos que siempre han estado despiertos y uno de ellos con mucho derramamiento de sangre en su haber.
Estos nacionalismos le dicen ahora al reino que ellos quieren seguir en la UE y que si se quieren separar que se salgan ellos solitos. ¿Y la UE que va a decir a todo esto?
Lo desconozco, pero no sé yo quiénes están más afectados: si los líderes ingleses o los jerifaltes-burócratas de la Unión Europea, vistos los caretos de circunstancias con que comparecen ante las televisiones.
Prueba de que la sangre no llegará al río ha sido la reacción de estos señores que se han apresurado cual novias despechadas a decirle al novio desertor que cuanto antes perpetre la ruptura, mejor. Que el sufrimiento será menor. Raro, raro argumento para una cuestión política, que dicen resolver siempre con consensos y demás zarandajas.
Si lo hacen, como se dice, para que una fiebre secesionista no se propague por toda Europa, sobre todo por los países del extelón de acero y otros movimientos nacionalistas en auge en los países de la casa de toda la vida, el que se rompan relaciones rápidamente es un argumento a favor de quien quiera irse. De cajón.
Lo que en el fondo significa esta escapada a la nada es el canto del urogallo precursor de la muerte de un imperio que ya no lo es y que se resiste a morir.
El referendum ha sido la promesa electoral y un inmenso error de Cameron, un inexperto político conservador que para ganar unas elecciones, convocó la consulta llevada a cabo la semana pasada, por puro interés personal. Casi nunca, sobre los hombros de una sola persona ha recaído una responsabilidad tan enorme que puede afectar a cientos y cientos de millones de británicos, europeos y no europeos.
Los ciudadanos no tenemos un sentimiento europeo
No obstante, La UE tiene también gran culpa de lo ocurrido ya que de la Unión actual a la que hace 70 años imaginaron sus originarios fundadores hay un abismo. La UE ha quedado reducida a una mala unión financiera, que no económica, con miembros con estructuras económicas muy dispares y nada de nada de unión política y social. Los ciudadanos europeos, y no solo los del brexit, no tenemos un sentimiento europeo.
La UE es el paraíso de una inmensa casta burocrática, que viven de maravilla con sus inmensas prebendas, que ha abdicado de los valores tradicionales europeos: cultura greco-latina, humanismo cristiano y defensa de las libertades y los derechos humanos.
Sin duda, las consecuencias económicas de esta escapada van a tener arreglo. Hasta en esto, estoy convencido que no siempre hay un roto para un descosido. Las élites bien se entienden entre ellas cuando de pasta se trata. Y de ello va la cosa.
De batacazos electorales
Si alguien se creyó que el bipartidismo había pasado a mejor vida, ya puede ir recogiendo velas. Al menos en uno de los grandes partidos surtió efecto aquello de que viene el coco. Pero, sobre todo los que pueden ir recogiendo no velas sino encuestas son las empresas demoscópicas, que no acertaron ni una.
Como ocurre siempre -iba a decir casi siempre, pero no, es siempre- todos han ganado. El colmo de las mentiras que nos intentan colar es la comparación, no con la realidad de los hechos, de los resultados, sino con las expectativas de las encuestas que los grandes grupos mediáticos encargan para orientar y teledirigir el voto.
Así por ejemplo:
Psoe: de batacazo en batacazo y tiro porque me toca
Tiene bemoles que habiendo perdido 5 escaños de los ya magros 90 de diciembre pasado y el peor resultado electoral del partido desde las últimas elecciones antes de la guerra civil, se diga que el Psoe ha salvado los muebles y sigue siendo el principal partido de izquierda y se ha salvado del sorpasso.
Los hechos son que el Psoe ha perdido 5 escaños. Lo otro eran meras expectativas de encuestas sesgadas. Es de tener un rostro pálido el que su candidato no dimita, antes de que lo dimitan, que es muy probable lo que vaya a ocurrir.
Ciudadanos, o tener que tragarse a Rajoy
Grave error estratégico al aliarse con el Psoe teniendo un electorado en un 40% proveniente de cabreados del PP. Ello ha hecho que estos votantes hayan retornado a su casa de toda la vida.
Su segundo y craso error es haber mostrado desde que el partido saltó a la política nacional una absoluta indefinición ideológica, apoyando a unos aquí, a otros allá y eludiendo gobernar. Como ya dijimos la semana pasada, a Ciudadanos le gusta ser el árbitro de todos los partidos, pero no jugar ninguno. Esto la gente no lo entiende.
Por cierto, Alberto Rivera va a tener que comerse con patatas el veto a Rajoy. Pecados de juventud e inexperiencia política.
Unidos no Podemos
Llorando literalmente por las esquinas, UP ha cometido otro grave error estratégico: el de su maridamiento con los comunistas de IU. Uno, nadie se ha creído el abandono del comunismo y su reconversión a la transversalidad y la socialdemocracia con esta coyunda electoral y dos, el efecto multiplicador de esta circunstancia no ha funcionado: de nuevo 69+2.
Muchos votantes de IU no se tragaron la operación, que percibieron como una tradición de los ambiciosos de la dirección de IU y se quedaron en casa. A no mucho tardar, cada mochuelo volverá a su olivo y se producirá el divorcio.
El PP: mucho más que salvar los muebles
Volvió a ganar el batiburrillo de un conservadurismo de centro-derecha-socialdemócrata, ayuno de ideas políticas que enfrentar a la progresía vacua y diletante, que sólo ejerce, y bastante mal, en lo económico, con los votos de los arrepentidos hijos pródigos, que volvieron a la casa del padre, y otros que arrebañó en el albañal del miedo.
Con la cachaza gallega que le caracteriza Rajoy dejó que sus contrincantes se enzarzaran entre ellos, haciendo el ridículo día sí y día también en impostadas ruedas de prensa y en un peregrinaje atorrante por los platós televisivos.
De seguir así las cosas, en dos años, en que habrá nuevas elecciones, le veremos de nuevo con 186 votos, con un Psoe por los suelos para lo que fue, los demagogos populistas con un techo fijo y un C´s errático y poco relevante a efectos de decidir politicamente, como se empeña en decir.
Aunque las posibles combinaciones numéricas para hacer acuerdos no han variado mucho respecto de diciembre pasado, visto lo visto, esperemos que nadie se enroque como hace seis meses.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, experto en Transporte y columnista de Zonaretiro