A. Valiente*.- Leía hace poco que en las tres últimas décadas se había ensanchado la brecha salarial entre las retribuciones de los altos ejecutivos de las empresas y los salarios medios de los trabajadores de esas mismas empresas. En nuestras queridas 35 empresas del IBEX la media es que el ejecutivo mejor pagado gane casi 90 veces más que la media de los trabajadores de su misma empresa. Esta diferencia puede llegar a ser de más de 1.000 en el caso de INDITEX. Sí, 1.000 veces más.
No me consta que haya un clamor de los trabajadores de esas empresas contra las altísimas retribuciones de sus directivos. Supongo que si trabajas en una empresa que va bien, preferirás que sus directivos sean buenos, y eso se cotiza, como cuando vas en un avión, y en el momento de despegar esperas que el piloto se sienta bien pagado, esté tranquilo y concentrado en lo que lleva entre manos. Pero supongo también, que en ese proceso de aceptación de la diferencia salarial, contribuirá en gran medida lo que hemos oído muchas veces decir a algunos de esos directivos: “Lo mejor de esta empresa son sus empleados”.
¡Qué pocas veces hemos oído decir eso de los funcionarios! Cuando oigo a tantos dirigentes y responsables políticos hablar de las excelencias de lo privado frente a lo público; de la maravilla de la gestión privada frente al despilfarro y la ineficiencia de lo público; y les oigo hablar de los empleados públicos casi como de delincuentes, me quedo alucinada.
No hay duda de que lo público debería mirar a lo privado para que, aquello que haga mejor, lo pueda adaptar a su gestión. Y más aún, los dirigentes públicos deberían mirar y adaptar las maneras de los directivos privados, y empezar a valorar y apoyar a los empleados públicos. O al menos, que dejen de insultarlos. Eso sí que produce desapego entre los trabajadores y sus patronos.
* Ana Valiente es vocal vecina del PSOE en el Distrito de Salamanca.
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La caza al empleado público viene de largo: Pero este gobierno y los medios de comunicación que lo rodean, se caracterizan por denostar lo público frente a lo privado, cuando la administración española, se caracteriza por su eficiencia y el bajo costo. Lo que sobran son asesores y consejeros, excelentemente retribuidos.
No hay que confundir empleado público con funcionario de carrera o interino. Éstos últimos han tenido que pasar por procesos selectivos, han tenido que esforzarse y sufrir para conseguir un trabajo en la Administración Pública, y me consta que la inmensa mayoría saben en qué consiste su trabajo y las repercusiones del mismo. No estoy de acuerdo en que este gobierno denoste lo público frente a lo privado, lo que creo que se pretende es mejorar la gestión de lo público a través de los funcionarios que con su esfuerzo han demostrado vía oposición que son sobradamente capaces. De hecho el famoso y espantoso "Estatuto básico del empleado público", que tiene rango de ley, fue promulgado en 2007 (no bajo mandato de este gobierno precisamente) y en él, vía presión sindical, poco menos que se mete en el mismo saco a los funcionarios de carrera e interinos, a cargos de libre designación política, a personal laboral y demás especímenes que con muy poco esfuerzo acceden a la función pública bajo procedimientos nada objetivos y que, en muchos casos, sí que manchan el nombre de los funcionarios de verdad, los que se han trabajado su puesto vía conocimientos. La mayor perversión derivada de la aplicación de esta ley se puede comprobar en Andalucía donde vía decreto han regularizado a decenas de miles de empleados públicos sin ningún tipo de prueba selectiva, vergonzoso.
Suscribo al 100% lo dicho por el Señor Bernal. No hay que confundir funcionario con señores que acceden a la función pública "por la otra vía". La figura del funcionario se creó, tras el colapso de finales del XIX, para que la Administración española pudiese seguir funcionando a despecho de los políticos que mandasen en cada momento. Hoy, lo que hemos conseguido es que los señores que tenemos que decidir contratos para la Administración estemos sometidos bajo el epígrafe de "cargo de libre designación /destitución", mientras que yo no le puedo ordenar a mi administrativa que me pase un documento a word porque "no está en su convenio" (sic). No me duelen los dineros, si quisieramos ser ricos estariamos en otra cosa; tampoco que nos devoren los leones de los tertulianos radiofónicos acusandonos de ser el azote del pais. Lo que me duele ¡es que ni siquiera nos dejan trabajar!
Ana, estoy básicamente de acuerdo contigo y quizá por mi propia condición de funcionario. Por supuesto con algunos matices tal vez menores pero es cierto que los funcionarios, precisamente por nuestra situación laboral, somos el punto de mira de gobiernos (de distinto signo y distinto discurso, pero de similares acciones) e incluso de una gran parte de la población que nos mira desde una atalaya de desagrado generalmente injustificado.
Hay que dar la razón a FBernal y Bruno Márquez: mucho "funcionario" no lo es por mérito propio sino del carnet de su bolsillo y eso es injusto para el funcionario de carrera y mucho más tal vez para el ciudadano de a pie. A esto se le añade el problema de la duplicidad de funciones entre funcionarios de la administración central, autonómicos y municipales y la guerra de salarios entre comunidades y municipios. Sobramos muchos funcionarios porque se nos sobredimensionó cuando no era necesario y hoy estamos pagando las consecuencias... y seguiremos pagándolas, me temo, a costa de la reducción (aún más) de unos salarios más que modestos.