F. Mollá.- Contaminación atmosférica, enfermedades, alcorques con insuficiente espacio de desarrollo y podas antiguas son algunos de los factores que deterioran la salud de los árboles madrileños cuyo cuidado requirió, sólo en 2014, más de 3.000 intervenciones del cuerpo de bomberos de la capital.
La caída de ramas e incluso de árboles enteros, que provocan periódicos destrozos en parques, mobiliario urbano y coches particulares, además de víctimas mortales -la última de ellas, en el barrio de Moratalaz el pasado mes de julio-, es el precio a pagar por disfrutar de 300.000 ejemplares de más de 210 especies distribuidos en el entorno urbano, según datos de la dirección general de Patrimonio Verde de Madrid.
Acacia del Japón, Melia, Arce de Freeman y, sobre todo, Plátano de sombra son algunas de las especies que convierten a Madrid en la segunda capital del mundo -después de Tokio- y la primera de Europa en cuanto a número de árboles, de los cuales dos terceras partes están plantados en alcorques en plena calle.
Sin embargo, su estado dista de ser el ideal de acuerdo con las cifras de intervención facilitadas por los bomberos madrileños, ya que la memoria anual de 2014, la última disponible, cifra en 3.256 el número de intervenciones por saneado de árboles.
Sólo en el Parque del Retiro hubo 116 roturas de ramas entre sus aproximadamente 20.000 árboles, de los cuales un 7 % de ellos son “población envejecida” y un 58 % se considera en “edad madura”.
“En una ciudad tan arbolada siempre existe la posibilidad de que caigan ramas, así que prevenirlo es evitable hasta cierto punto…, la seguridad (total) es imposible de garantizar”, advierte Juan García Vicente, experto en esta materia de Ecologistas en Acción.
Este especialista asegura que un mantenimiento adecuado requiere “muchos recursos económicos y personales” porque es una labor “muy laboriosa”, especialmente por la diversidad de especies de la capital y también porque “muchos” de los ejemplares fueron plantados durante los años 50 y 60 del siglo pasado, lo que conlleva “un gran número de árboles envejecidos”.
García Vicente recuerda que la corporación madrileña convoca periódicamente una “mesa redonda” en la que “participamos representantes de grupos ecologistas, empresas encargadas del mantenimiento y catedráticos especializados junto con miembros del consistorio” para buscar soluciones al problema.
También colabora en este sentido el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales (Coitf), uno de cuyos vocales, Juan Carlos Caballero, ha asegurado a Efe que “nadie sabe científicamente a ciencia cierta las variables exactas que generan la rotura de ramas”.
Estos factores varían según las especies, para alguna de las cuales como el olmo de Siberia existe incluso una expresión internacional, “Summer Branch Drop” -literalmente, “caída veraniega de ramas”-, que define las condiciones de calor y humedad relativa que favorecen el siniestro.
Lo más grave, sin embargo, es que “no se han realizado planes de gestión y ordenación, y nos encontramos ahora con árboles maduros y de edad avanzada en los que no se han hecho buenos trabajos”, según Caballero, quien sugiere invertir más en la profesionalización de los trabajadores de zonas verdes pues “hoy día son insuficientes para atender el problema” y eliminar algunas especies que “no son adecuadas en ciudad”.
A su juicio, el plátano, el pino piñonero, el castaño de Indias o la sófora, entre otras, “sí pueden sobrevivir bien” pero el chopo, la catalpa o el citado olmo de Siberia “no son buenas opciones”.
En caso de destrozos particulares provocados por la caída de ramas o troncos, fuentes de las aseguradoras consultadas por Efe recuerdan que la responsabilidad es del Ayuntamiento y que es necesario disponer de una denuncia policial que indique daños producidos, fecha y localización concreta, además de solicitar informes de intervención de los servicios municipales.