A. Inurrieta.- La nacionalización de Bankia, después de un episodio esperpéntico de comunicados, desmentidos y propuestas de toda índole, puede suponer la pérdida de un instrumento esencial para la Comunidad de Madrid, pero especialmente podría suponer un serio quebranto para muchos ahorradores.
Este proceso demuestra que el mercado inmobiliario va a suponer la quiebra para muchas entidades financieras, que van a tener que ser intervenidas con dinero público en un momento muy delicado para tantos ciudadanos, que observan con estupor el devenir financiero. Para llegar hasta aquí, han fallado muchos eslabones y es menester encontrar a los responsables y obligarles a que paguen por su desidia y mala gestión.
Los culpables son muchos y la mayoría tienen que ver con el sector público y con los propios gestores de las diferentes Cajas que se fusionaron. Empezando por las entidades más grandes, es decir CajaMadrid y Bancaja, cuyos máximos gestores han llevado a estas entidades a la quiebra técnica, por su apuesta sin control del sector inmobiliario. En esta apuesta, es particularmente doloso la preponderancia del cliente minorista poco solvente, una connivencia con el sector promotor muy arriesgada y una cartera industrial con elevado riesgo.
En el ámbito de los partidos políticos, cabe imputar a los dos grandes, una actuación negligente. En el caso del PP, con fama mal ganada de buena gestión empresarial, el empecinamiento de los dirigentes en Madrid por apostar por esta fusión suicida, unido a la lucha fratricida entre los partidarios de Rodrigo Rato e Ignacio González ofreció un espectáculo nada edificante. Lo curioso es que las Cajas de influencia del PP en los tres territorios, Madrid, Valencia y Galicia han tenido que ser nacionalizadas.
El gobierno socialista saliente también tiene culpa. Su falta de conocimiento de la naturaleza de la crisis, su nefasta apuesta por las fusiones frías o la falta de valentía para crear un banco malo, también demuestra que debería armarse de un equipo económico y financiero que tenga el nivel suficiente para poder volver a gobernar este país. En este apartado, también hay que incluir la mala elección del gobernador del Banco de España, que prácticamente no ha ejercido su labor de supervisión, lo que ha dejado un camino expedito para los desmanes de los Consejos de Administración, en muchos casos poblados por analfabetos financieros, como algunos de los que han poblado el Consejo de CajaMadrid, tanto del PP, como del PSOE.
Finalmente, los gestores actuales, Rato y sus amigos, pero también el anterior, Blesa, quien tuvo la inestimable ayuda de los sindicatos y la izquierda para destituir a Terceiro, han fracasado en controlar una fusión de Cajas en muy mala situación, sobredimensionada y solo al servicio de negocios ruinosos.
En suma, el instrumento financiero clave de la Comunidad de Madrid está en la UVI y no se sabe cómo saldrá, lo que sí parece claro es que saldrá muy delgada y se instalará en otro cuerpo, probablemente en el balance de un gran banco, a pesar de las reticencias del otrora gurú. Rato. Lo peor es que los grandes perjudicados son y serán los pequeños ahorradores y accionistas que fueron engañados en la compra de acciones.
*Alejandro Inurrieta es presidente del Observatorio del Distrito de Salamanca y exconcejal del Grupo Socialista en dicho distrito.