J. E. Villarino*.- Hace dos semanas se produjo un ataque de ransomware del virus WannaCry que es un tipo de ciber amenaza que bloquea los archivos y ordenadores de los usuarios. Para desbloquearlo, los ciber atacantes exigen el pago de una cantidad económica, normalmente en bitcoins -moneda que no deja rastros informáticos- dentro de un periodo corto de tiempo.
Si el atacado no se pliega a la petición del atacante, adiós archivos, adiós ordenador, adiós trabajos, adiós datos personales, adiós buena parte de las historias y las memorias personales.
Esto que hoy nos ocupa no es sino un ejemplo de otros más riesgos a los que estamos sometidos como consecuencia del progreso tecnológico.
En efecto, según explica el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) en su página web, en la mañana del viernes 12 de mayo se inició una infección masiva de sistemas a nivel mundial por el malware de tipo ransomware WannaCry. Este malware tiene como objeto cifrar los datos para después solicitar un rescate a cambio de recuperar la información.
El ransomware WannaCry
El ransomware no es un tipo de malware nuevo, según sigue diciendo el citado Instituto. Llevamos varios años viendo el aumento de este tipo de amenaza debido a la gran rentabilidad que consiguen los delincuentes. Entonces ¿qué tiene de especial Wannacry y cómo ha podido poner en jaque a multitud de empresas grandes y pequeñas a nivel mundial?
WannaCry destaca respecto a otros por su capacidad de infección por red, aprovechando una vulnerabilidad en el protocolo SMB, que es un protocolo de red que permite compartir entre otras cosas archivos e impresoras entre sistemas Windows.
En colaboración con las entidades afectadas, en el CERT de Seguridad e Industria (CERTSI9, dependiente de INCIBE, hemos podido identificar hasta tres variantes del malware, incluyendo una variante que realiza un intento de conexión a una página web codificada internamente como primer paso antes de comenzar a cifrar los documentos de la víctima y que desactiva el malware si se puede realizar la conexión.
Impacto en el mundo y España
Hasta la fecha, se han identificado unos 230.000 equipos comprometidos en 179 países.
España no es uno de los países más afectados, no habiéndose comprometido el funcionamiento de ningún servicio esencial. En estos momentos hay más de 1.300 infecciones en España, lo que nos situaría en la posición 16 en el ranking mundial según el número de infecciones.
En relación a los operadores estratégicos nacionales, se ha confirmado la infección en menos de una decena de ellos, con los que desde el CERTSI se mantiene permanente contacto para proporcionar métodos de protección y evitar la propagación del malware.
Una nueva Babel
El zigurat babilónico de Babel, de la legendaria civilización babilónica, citada en el libro del Génesis del Antiguo Testamento, colapsó por la proliferación de lenguas con las que Yavé castigó y confundió a los humanos por su arrogancia en la construcción de una torre, que pretendía llegar al Cielo, a la morada del ser supremo, el detentador del conocimiento.
Dicho con las palabras de hoy, Yavé produjo el caos en la palabra, el único vehículo sobre el que descansaban las comunicaciones de entonces. Tres mil años después, de nuevo, vamos, quizá, por el mismo camino.
Las experiencias obtenidas a lo largo de más de dos siglos de tecnificación de las actividades económicas en los campos de la energía, el transporte, las comunicaciones, la agricultura, etc nos vienen a confirmar una ecuación ineludible: que cada vez que se produce el escalón en el avance tecnológico, las tecnologías se vuelven más y más vulnerables.
El precio que hemos de pagar por tener un correo inmediato, sustitutorio de las antiguas cabalgadas por caminos y veredas es que cualquier persona con conocimientos bastante elementales de computación puede entrar en nuestro escritorio, enterarse de sus contenidos y, como acabamos de ver, bloquearlos a gusto del intruso.
Imaginemos lo que pueden suponer las vulnerabilidades a las que estamos expuestos en los abastecimientos de energía a las ciudades, en el abastecimiento de agua potable, las telecomunicaciones, la sanidad (como así ha ocurrido en este último ataque, en hospitales del Reino Unido), los desplazamientos en trenes, aviones, sistemas de seguridad que dejan de serlo, etc, etc. Sencillamente, nuestra vida ordinaria tornaría en un caos de proporciones inimaginables.
Babel se hizo vulnerable porque un exceso de lenguas hizo colapsar el entendimiento intra e inter las sociedades de aquellos tiempos y la torre, que representaba el ego político-militar, se derrumbó.
La Babel actual que cifra el 99,9% de nuestras actividades en la tecnología y, más concretamente, en la computación, puede igualmente colapsar porque un superdotado irresponsable, enfermo mental o sencillamente acomplejado decida que todo deje de funcionar. Sin exagerar, una vuelta a lo más parecido al paleolítico.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF). Autor del blog ‘Paseo de coches’ en Zonaretiro.com
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