J. E. Villarino*.- Parece que a la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, se le haya olvidado la promesa electoral de reducir los coches oficiales del consistorio. Sin ir más lejos, iba yo el viernes a la oficina de la AEAT de la calle Montalbán y, conforme subía desde el Paseo del Prado, el autoenfado iba subiendo de tono. Prácticamente toda la acera lindante con la trasera del palacio de Gallardón está ocupada por vehículos oficiales o de empleados municipales. Con sus cadenitas para que ningún insensato ose colarse y dejado bien claro que aquello es territorio bajo su mando.
Guardias pitando a todo hijo de vecino. Da igual a la furgoneta de un fontanero que quiere aparcar para ir a un mandado, que a una señorita que va atomarse el vermut en una cercana cafetería, que a los peatones para que circulen por otro sitio. Un todo terreno en la esquina con unos geos municipales vestidos de negro, que serán sus patas negras o la unidad de élite municipal, o su guardia pretoriana. En cada nicho los coches oficiales con matrículas correlativas y, en otros, los particulares de altos empleados. Pero todo muy ostentoso, muy hortera, con un estilo a un tufillo del 3º reich. Nada democrático, nada para pasar desapercibidos.
¿Qué los ciudadanos de la zona se quedan sin sitio para aparcar? Pues, agua y ajo, en botella, que da lo mismo. Para eso mandan los que mandan y el que no esté de acuerdo, que pida la baja, y ya está. Esto, digo, me recuerda a otras épocas en que cada organismo oficial tenía su aparcamiento para los funcionarios. En casi todas las estaciones de RENFE, fueran en Madrid, o Puebla de Sanabria, se podían leer en sus laterales las siguientes placas: “Prohibido aparcar”, “Sólo autoridades”, “Sólo empleados” y el consabido “Llamamos a la grúa”.
Todavía quedan en los cerebros reptilianos de nuestros políticos aquellos tics autocráticos de que quien es el servidor del pueblo, tiene derechos que los demás mortales no tienen y unos de los más valorados son éstos de las plazas de aparcamiento y llenar todo de placas para que quede claro, que como hacen gatos y perros, levantando la pata y haciendo pis, todo el mundo sepa que ese territorio es privativo y que no se hereda, de milagro.
Doña Ana: si sus concejales, directores de área y… viajasen en Metro o Bus o en Taxi para ir de un sitio a otro de la ciudad a alguna gestioncilla o a otro despacho de algún colega pues mire: se ahorraría la adquisición de los coches, sus chóferes podrían dedicarse a otras tareas más productivas que llevar a otros, como si de un carricoche chino se tratase; se ahorraría miles y miles de litros de combustible y muchas reparaciones y gastos de mantenimiento; se ahorraría seguro del vehículo y de ocupantes, y horas de sus viajantes que podrían dedicar a trabajar más, y otras cosas. A la sociedad le ahorraría contaminación, suelo de aparcamiento que podría dedicarse a que pudiesen aparcar más vecinos o a hacer las aceras más anchas para los paseantes.
Si ahora se venden mal los coches ya usados y sobre todo los de alta gama, que son los que disponen sus ejecutivos, hasta que esto mejore, ponga una empresa de alquiler, que el título no pinta tan mal: Botella, rent a car.
*José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF).
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