MMB*.- Entramos en una semana clave. Lo que parecía un deseo, una ilusión, un proyecto, esta semana se materializará con la inscripción, por fin, al MAM-Maratón Alpino de Madrid, objetivo de este blog. Ha llegado el momento y los nervios afloran. Los entrenamientos en el Reebok Sports Club son cada vez más duros pero también me veo cada vez más preparado.
La semana pasada combiné una clase de crossfit (basada sobre todo en ejercicios de halterofilia, pero terminando con una carrera vertical muy divertida por las escaleras de los cinco pisos del gimnasio) con la cinta de correr con pendiente negativa para fortalecer los músculos excéntricos y con una sesión de hipoxia para mejorar mi rendimiento y acelerar la recuperación en los entrenamientos de carrera en montaña.
Aún recuerdo el día que quise liarme la manta a la cabeza y correr larga distancia en montaña… Un buen amigo corredor estaba preparando la distancia “corta” del Gran Trail de Peñalara (60 kilómetros, ni más ni menos) y le preguntó a una corredora de casi élite (de las que ganan las carreras populares, vamos) qué pautas de alimentación debía seguir durante la prueba. Yo esperaba el típico discurso de “combina sales minerales con agua cada cinco kilómetros, lleva varias barritas energéticas para cuando te entre bajón y geles para ingerir antes de un esfuerzo grande…” pero la respuesta fue “compra jamón ibérico bueno, pan de leche, hazte unos bocadillos, los aplastas para que ocupen poco y disfruta de ellos mientras corres”. Y yo me dije “si para comer jamón hay que correr en la montaña, yo quiero correr en la montaña”.
El tema de la alimentación pre, durante y post carrera es muy frecuente en las charlas de los corredores. Que si es bueno hincharse a hidratos el día antes, que si es mejor hacerlo durante la semana previa jugando con una dieta disociada, que nada de azúcares, que si hay que cuidar la alimentación durante la ventana metabólica… He leído mucho sobre el tema y he escuchado atentamente las diferentes versiones y teorías que cada corredor tiene (todos parecen/parecemos expertos en ciertos temas y éste es, sin duda, uno de ellos) y he llegado a la conclusión de que cada cuerpo es de una manera y cada mente es diferente.
Era obvio, ¿no? Pues bien, lo que no es tan obvio es que si cada uno somos diferentes, no todo nos puede afectar igual, al menos a las reacciones de nuestra cabeza. Por eso, mucha gente se sorprende cuando yo antes de correr bebo un vaso de leche con cacao (muchos hablan de lo indigestos que son los lácteos, especialmente antes de realizar un esfuerzo), un café (de sobra conocido es que el café en ayunas puede provocar diarrea y no es lo más adecuado en una carrera) o incluso bollería industrial (cuyos valores nutricionales son de sobra conocidos). Sin embargo, a mí este tipo de alimentos me generan una serie de endorfinas en el cerebro que me animan a colocarme en la línea de salida de cualquier carrera, a subir desniveles nunca vistos y a bajar cuestas sonriendo.
Nunca me ha sentado mal lo que he comido o desayunado antes de correr y, sin embargo, mi cabeza ha reaccionado siempre muy bien porque los nervios se han disipado mientras disfrutaba comiendo. Sin embargo, siempre digo que cada uno es como es y que lo que a mí me sienta bien no tiene por qué ser bueno necesariamente para los demás, así que animo a todos los que me preguntan por qué como lo que como a probar diferentes opciones para ver cuál es la mejor para ellos. Si queréis, podéis compartir aquí mismo qué coméis antes, durante o después de una carrera para ver qué tipo de alimentos son los que más nos ayudan a ganar carreras… porque ganar una carrera es acabarla disfrutando, ¿no?
* Miguel Matías-Barreiro es periodista y deportista aficionado. En Twitter, @runnernovato