J. E. Villarino*.- Dicen que es -o era. la primera industria de Madrid. Algo así como el equivalente al 15% del PIB regional o más. Era un aeropuerto potente, el mayor de nuestro país y, desde luego, el más emblemático. Hasta tal punto que estaba llamado a ser el gran hub (centralizador) de los tráficos transoceánicos españoles y europeos con Hispanoamérica.
Barajas que, con la ampliación llevada a cabo de la T-4, tiene una capacidad de 70 millones de pasajeros al año, de los que la mitad corresponden a la T-4 y supone la cuarta parte del tráfico nacional que gestiona Aena, ha perdido más de 10 millones de pasajeros en los últimos ocho años. Hoy ocupa el sexto puesto por detrás de Estambul y no digamos ya la distancia que le separa de Londres y París, pero también de Fráncfort, Ámsterdam, e incluso Múnich. Cierra esta clasificación el barcelonés El Prat, en el nº 10 del ranking.
Nuestro gozo, en un pozo. El sueño se ha venido abajo de forma estrepitosa y, como se suele decir, ella sola se murió y entre todos la mataron: la crisis, el AVE, Fomento, Aena, Iberia, la T-4 y todos acabaron rematando a Barajas. Vayamos por partes.
La crisis y el AVE
La crisis económica junto con la irrupción del AVE en algunas de las principales relaciones de movilidad interna, han sido determinantes para el cambio de sesgo a la baja que han tenido los tráficos del aeropuerto madrileño. Ello queda perfectamente reflejado, cual espejo, en el gráfico del corredor ferroviario Madrid-Barcelona con la caída del modo aéreo en dicho corredor y las ganancias de viajeros del AVE. Lo que uno pierde -casi, casi-, el otro, en este caso el tren de alta velocidad, lo gana. Otro tanto puede decirse de los mordiscos que le han pegado el AVE a Málaga y Valencia.
La mala gestión de Aena y Fomento
Pero no sólo es culpable de la caída de tráfico la crisis económica y el AVE. Existen otros compañeros de viaje que también han ayudado a que las cosas estén hoy como están. El siguiente en la lista es el propio Ministerio de Fomento, con sus autoridades al frente, que con sus políticas han favorecido que Barajas haya entrado en caída libre.
Lo menos que se puede decir respecto de la política de tasas y concesiones es que ha sido errática. Da lo mismo el color del gobierno. Desde la inefable e inepta ministra Magdalena Álvarez, y antes, hasta la actual titular, la gestión de las tasas aeroportuarias ha sido un desastre. Las tasas aeroportuarias, denunciamos, han sido un instrumento para otras cosas extra-aeroportuarias.
Inversiones faraónicas: la T-4
Aena, el administrador aeroportuario, siempre ha sido dado al faraonísmo. Y si no había dinero, pues se endeuda uno y… tira pa lante. Así se ha llegado a la deuda de más de 12.500 millones de euros que hoy la corroe. Y nada extraño a esto ha sido la celebérrima T-4, digna obra de haber sido propiciada por el mayor despilfarrador de los faraones, un tal Ruiz Gallardón.
Una cosa es ampliar la capacidad de un aeropuerto y otra gastarse la mayor parte del dinero en arquitectos de minutas imposibles, cúpulas que dejan ridículas a las del Vaticano y los frescos de la Capilla Sixtina.
Todo esto son gastos de inversión, que luego se incrustan férreamente como gastos de mantenimiento por los siglos de los siglos. Mientras tanto, se resienten otro tipo de actividades, que son las generadoras de actividad aeroportuaria propiamente dicha y que influyen en el confort de los viajes y en la competitividad del precio de los slots y los servicios, decisivos para atraer a las compañías aéreas.
Después de tanta inversión, la T-4 está hoy infrautilizada, habiendo reducido sus vuelos en más de un 30% y pudiendo afirmarse que tres de cada cuatro pasajeros que han dejado de venir a Barajas, se deben a viajeros fallidos de Iberia.
La agónica situación de Iberia
Hemos dejado para el final, aunque bien mirado debería ser la primera causa citada, la situación caótica de Iberia, que fue la línea de bandera española, antes y después de haber sido integrada en IAG, en su fusión, a todas luces, favorable para British Airways, ha repercutido en la situación del aeropuerto.
Cada vez más se trasladan vuelos, a favor de la parte británica de la compañía, que son vuelos perdidos para Barajas. Así, por ejemplo, Iberia ha reducido su tráfico en la T-4 (que costó la friolera de 6.300 millones de euros) en más de un 30%, como consecuencia del severo ajuste de rutas, flota y personal, llevado a cabo.
Por lo que sabemos -en función de los últimos datos de Aena-, en lo que va de año hasta agosto la situación no mejoraba, sino todo lo contrario. De enero a agosto de 2013 inclusive, Barajas ha perdido un 14,3% de pasajeros respecto del mismo período de 2012, lo que equivale a decir que el aeropuerto madrileño caerá por debajo del 60% de su capacidad, lo que no ocurría desde 2006.
Y así siguen las cosas. Nadie hace nada. Todo el mundo hace que llora por las esquinas y las administraciones Fomento, Aena, Comunidad y Ayuntamiento hacen lo de siempre: es decir, nada. Y sólo se les ocurre lo de siempre: hacer una comisión, que es apostar para que nada se arregle. Como en la canción: parole, parole, parole… Palabras. Así pues, cabe decir, que en caída libre, y bajando.
* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF).