A. Inurrieta*.- La ciudad de Madrid supuestamente se dividía en distritos para que los distintos barrios tuviesen al frente un equipo de personas que gestionaban sus problemas cotidianos y no se incurriese en un nuevo centralismo. Esta fórmula, que tiene todo el sentido en una ciudad donde algunos distritos tienen más población que capitales de provincia, fue diseñada en su día por el Alcalde Tierno Galván y ha ido poco a poco siendo vaciada de contenido por el actual alcalde Gallardón.
Esta distribución, además, permitía a los vecinos saber dónde dirigirse para solventar sus problemas más inmediatos, como la reparación de vías públicas, tramitación de licencias de urbanismo, problemas medioambientales o desórdenes públicos. Pero por obra y gracia de quien no entiende la ciudad como un ente de participación, ni una unidad descentralizada, todo esto se ha trasladado a las llamadas áreas de gobierno, quienes, al estilo de la otrora visión de las provincias desde el Palacio del Pardo, en muchos casos se las ningunean.
Pero más sangrante, aún, es que la representatividad política de la ciudad está diseñada sobre la base de la existencia de responsabilidades de distrito para los concejales/as que no forman parte del equipo de Gobierno, cuya estructura se ha equiparado al del gobierno del Estado, propio de una persona que piensa más en ello, que en solventar los problemas más cercanos. La consecuencia de todo ello es que la actividad de los concejales de distrito, en este caso 19 concejales del partido político que ganó las elecciones, apenas tienen responsabilidad y carga de trabajo, lo que debería hacer reflexionar a la ciudadanía y entonar aquellas estrofas de Perales, ¿y a que dedican el tiempo libre?
La respuesta está en que desde el 10 de junio hasta hoy ni siquiera han convocado el primer pleno de la legislatura, aunque supongo que las retribuciones no se habrán retenido. Los vecinos, entre tanto, parecen ajenos a esta situación, y los indignados desconocen la existencia de las Juntas de Distrito y solo dedican sus coplas a la caza mayor. Pero más sangrante aún es que los partidos de la oposición tampoco han levantado la voz de forma muy clara y estentórea, lo cual les otorga un porcentaje de complicidad no desdeñable. En ese quehacer moribundo de las Juntas de Distrito, hoy se inaugura la legislatura. Supongo que la hora y la desidia ciudadana y política que asola Madrid harán que sea un acto muy íntimo para contar cómo fue el largo verano.
* Alejandro Inurrieta es economista y ex concejal del Ayuntamiento de Madrid