J. A. Aguilera*.- Contra la opinión de muchos, los trabajadores de la Casa de la Moneda no son funcionarios, sino personal laboral, excepto el Director General. Su convenio se regía por Artes Gráficas, el sector al que estuvo perteneciendo muchos años a efectos de categorías y retribuciones.
No en vano, es la mayor imprenta de España. Cuando se realizaban movilizaciones para la negociación del convenio estatal o provincial, siempre estábamos con los compañeros de Gráficas. Seguimos estando, de una forma u otra, pero desde finales de los 80 estamos más involucrados con la Administración General del Estado, para bien o para mal.
Hay una exposición en el Museo de ‘la Fábrica’ sobre los 50 años que lleva oficialmente en Jorge Juan. Durará hasta el 21 de septiembre. Mi padre estuvo trabajando en Colón y en Jorge Juan, pero no llegó a la inauguración oficial. Cayó enfermo, intoxicado por benzol, un disolvente muy tóxico que, como en tantas industrias, los obreros ignorantes utilizaban con alegría. Fue el primero en caer, en marzo de 1961, pero no le reconocieron la enfermedad profesional. Entre otras cosas, porque no había perdido el apetito sexual. Curioso. Enfermo de nervios, vista, digestivo, respiratorio, tuvo tentación de suicidarse estando en tratamiento en la Ciudad Universitaria. Vivió hasta 2002, perdiendo todos los pleitos contra el gigante institucional. El martirio de mi madre durante estos cuarenta años es inenarrable. Juicios, un marido enfermo y desquiciado, dos niños que tuvimos que vivir una temporada con otros familiares porque no podía atendernos, paga de miseria, trabajando hasta la madrugada. Desesperación. Aún hay quien se extraña de que yo haya estado en el Comité de Empresa.
Pocos años después de la intoxicación por Benzol, en que fallecieron o quedaron inválidos todo un taller, hubo otra de Tricloroetileno, el disolvente que sustituyó al Benceno. Los felices 60.
Trabajan más de 1.200 personas en Jorge Juan. Llegaron a superar las 2.500 en los 80, cuando se empezó a hacer el Bingo y se eliminaron las horas extraordinarias.
La variedad de productos es amplísima. La Fábrica es una gran desconocida por la sociedad. Se podría hacer una serie documental sin salir de sus muros. Uno de sus eslóganes más certeros es que “todos los españoles/as llevan algo nuestro en sus bolsillos”: monedas, billetes, carnés, pasaportes, lotería, sellos, bingo, tarjetas…
Los bares y restaurantes de la zona conocen nuestros ciclos, las temporadas de bonanza y las de baja. Las celebraciones de Navidad y verano eran apoteósicas. Notan si nos suben el sueldo o nos lo congelan, si el número de empleados aumenta o disminuye.
Mantenemos una alta estabilidad en el empleo y unas condiciones equilibradas de trabajo. Condiciones que deberían ser las mínimas para todos los ciudadanos, para poder vivir dignamente. Es una vergüenza el paro y la explotación que el capital y la iglesia están obligando a soportar a la gente.
Los de la Fábrica no somos privilegiados ¿Por qué? Porque queremos que nuestras condiciones de trabajo se extiendan a todas las personas, como mínimo. ¿Quiere lo mismo Botín, Rouco Varela, o Juan Carlos I? No. Sus estatus están construidos sobre la humillación del pueblo. Ellos quieren privilegios personales, nosotros derechos sociales. Ninguna causa solidaria, ninguna lucha nos es ajena. Pero no la caridad, las ONGs, sino la justicia auténtica. Estamos en los 15Ms, en los Primeros de Mayo, en las protestas contra los recortes… De nuestras aportaciones se han nutrido cientos de cajas de resistencia.
50 años en Jorge Juan. Antes otros 80 en Colón. De punta a punta del Distrito de Salamanca. Dijo el dictador Franco cuando la inauguró que “había dado dinero para una Fábrica y se había construido un palacio”, dado el lujo de la época que aparecía en las zonas más nobles.
Hay dudas si fue por ese dispendio por lo que Luis Auguet, el director, fue destituido, o si fue por las múltiples corrupciones que dicen que pasaron durante su ejecución.
De aquella inauguración, el recuerdo que le queda al único trabajador en activo que la conoció, Gustavo Adolfo Montero, es que la tarde de aquel sábado 11 de julio de 1964 se fue a comprar el disco de los Beatles. Qué noche la de aquel Día, que por fin llegaba a España.
Hay nubarrones sobre “la Fábrica”. El Banco de España va a controlar la impresión de billetes y los planes son que este departamento salga de Jorge Juan. Normativa europea, según parece. ¿Abandonará el dinero el Distrito de Salamanca? Los vecinos, ¿aplaudirán el cambio o defenderán que nos quedemos todos aquí?
* Juan Antonio Aguilera es vocal vecino de IU en el Distrito Salamanca