J. A. Aguilera*.- Este jueves 17 de Julio de 2014 se han cumplido 28 años de la inauguración de El Dolmen de Dalí en la plaza que lleva su nombre en el distrito de Salamanca, que tuvo lugar en el año 1986 y que el Ayuntamiento de Madrid quiso destruir en 2002.
Como sentenció Prometeus, compañero de Dalí en Escuelas Internas, inspirador del monumento y mentor de la defensa ciudadana del mismo:
La proyección transcendental de El Dolmen de Dalí es magnífica e inconmensurable; representa, nada más y nada menos que la trayectoria, devenir y/o desarrollo del cosmos y de la humanidad. Su significado está por encima y vuela más alto que todas las religiones, que todas las ideologías filosóficas, y que todas las líneas de desarrollo concebibles en el mundo de la materia, es decir, en todos los niveles de desarrollo humano.
El verdadero principio ‘real’ de los mundos, comenzó en un punto de expansión motivado por ‘la divinidad’, cuando el condicionamiento adecuado para su realización llegó a cumplimiento según las leyes universales, como evento logos universal.
El principio de los tiempos y los espacios y su estructuración simbólica están muy bien significados en el Monumento Dolmen de Dalí, que tratamos aquí.
La simbología del dolmen propiamente dicho (como escultura individualizada en forma de mesa pétrea), basada en aspectos mitológicos y aritmosóficos de su configuración como una tumba o altar, hace clara referencia a una génesis trinitaria en que el “Absoluto Creativo” o “Divinidad” viene proyectando siempre la acción y reacción de los velos de su infinitud omnipotente y omniabarcante.
Un centro de actividad sónico-vibratorio, habla de la forma radial y radiante en que toda organización evolutiva se realiza dentro del tiempo y del espacio.
La energía, consciencia, en su devenir evolutivo-resolutivo, si necesita un punto de empuje y encaje primario, no puede derivar de un acto creativo de la nada, sino de algo evolucionante en algo precedente, puesto que ya no se puede dudar en absoluto de la real identidad energética entre lo material y lo que llamamos inmaterial y/o espiritual.
Tan sólo este breve fragmento (Consideraciones sobre la Plaza de Dalí I, Prometeus, 2004) permite comprender por qué el Ayuntamiento de Madrid quiso destruir completamente El Dolmen de Dalí en 2002, y por qué lo mantiene mutilado, distorsionado, en la actualidad. Choca con la ortodoxia católica creacionista.
Hoy desde aquí queremos recordar a Salvador Dalí, el Gran Incomprendido, y a Enrique Tierno Galván, el Alcalde de Madrid al que propios y extraños pretenden borrar de la historia (recordemos el caso actual del parque de Torre Arias, otro de sus legados).
También a Alfonso Güemes Cobos, el arquitecto municipal que realizó el proyecto técnico para construir el diseño de Dalí, recientemente fallecido.
* Juan Antonio Aguilera es vocal vecino de IU-LosVerdes en el distrito de Salamanca
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