La casta quiere seguir siendo opaca

Madrid,

J. E. Villarino*.- Dicen que un caballero valenciano, allá por los mil doscientos y pico, le recordó al Rey Alfonso los límites de una monarquía autoritaria cuando le dijo aquello de “cada uno de nos somos tanto como vos, pero todos juntos mucho más que vos”, por si no le quedaba claro al rey que éste no podía hacer y deshacer a su antojo.

El Gobierno acaba de conocer, para su trámite parlamentario el Anteproyecto de la Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno, que no puede empezar peor ya que en su título primero, artículo segundo, excluye de su ámbito de aplicación a instituciones importantes, como pueden ser la Casa Real, los partidos políticos, los sindicatos, las organizaciones empresariales, y otras muchas más, a pesar de que muchas de ellas, todas, reciben subvenciones y dineros de nuestro pecunio. ¿Cómo es posible que organizaciones a las que les damos dinero a fondo perdido funcionen al margen de cualquier fiscalización, que nos obliga al resto de los mortales?

Ya lo decía el otro día mi compañero Paco Fernández Marugán en la entrevista que le hicieron en el programa Salvados y que yo tan duramente critiqué: “Que los partidos políticos juegan un papel distinto a los ciudadanos”. La casta se autoprotege y ellos mismos fijan las reglas del juego, de las que son arte y parte. Y no pasa nada. Dicen que vivimos en democracia, cuando deberían decir que vivimos en una partitocracia, para su beneficio.

A nosotros no nos valen las comparaciones foráneas de que si en otros paises de Europa también existen las mismas salvedades y las monarquías, sindicatos y demás patulea no rinden cuentas ni a diós. No nos vale, porque ello es tanto, literalmente tanto, como mantener hoy día el derecho de pernada -que el llano tenga que ahuecar de su cama para que el noble se solace con su mujer-. Igual, que nosotros les demos dinero para que ellos hagan con ese dinero de su capa un sayo y trapicheen lo que les venga en gana.

Mal acaba, lo que mal empieza y esta ley y su anteproyecto no ha podido empezar peor. Hoy nos referimos sólo a quienes no va con ella. Más adelante hablaremos de otras muchas limitaciones que tiene. Otro papel mojado más y otra afrenta más a los ciudadanos.

*José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF).

Comentarios

  • Amén, D. José Enrique. No puedo estar más de acuerdo con Vd. En este caso la comparación con los países de nuestro entorno europeo creo que no procede, en Europa generalmente los políticos no tienen tanta cara dura como en nuestro bendito país y cuando se les coge con el carrito del helado:
    – primero: se les cae la cara de vergüenza,
    – segúndo: dimiten,
    – tercero: piden perdón,
    – cuarto: saldan sus cuentas, vía civil o vía penal.
    Lamentablemente esto aquí no suele ocurrir, moraleja: “Spain still is different”

  • Bruno Márquez says:

    Y tanto, mira la lista de los candidatos de Aguirre de las últimas y antepenúltimas elecciones….o los de Tomás Gómez…je je

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