El poder de la militancia

Madrid,

C. Muñoz*.- La militancia o activismo lo definen como una actividad intensa en el campo de lo social o de lo político. Es una actividad, en efecto, que requiere mucha dedicación, pero al mismo tiempo es una opción ética y una forma de vida. Es una manera de entender el mundo y de relacionarse con la sociedad; con la gente cercana e incluso de relacionarse con la gente a la que nunca llegará uno a conocer.

En mi vida he tenido la suerte de conocer y de trabar amistad con activistas de multitud de ámbitos. Empecé desde muy joven en el activismo ecologista, con el amor y la dedicación para conocer la naturaleza y protegerla, por el respeto al resto de animales del planeta. Con catorce años comencé a adentrarme en el mundo de la militancia activa: la decisión de entregar lo más valioso que uno tiene, su tiempo, para recibir algo igual de preciado: un poco de vitalidad, de sentirse parte de este mundo.

Del activismo ecologista, del que guardo algunos compañeros de militancia, pasé enseguida al activismo político, a la lucha por un modo de organización de la sociedad que no produjera desigualdades ni infelicidad en la gente, sino que tratara de solucionar los conflictos de millones de personas que viven en sociedad. El iniciarme en el conocimiento teórico de la ideología socialista y comunista me llevó, antes de acabar el instituto, a tratar de juntarme con otras personas que buscaran un tipo de sociedad menos agresiva con millones de personas. Aquí comenzó mi etapa más extensa de activismo, que es la militancia política.

En la militancia política, inicialmente en las luchas estudiantiles por un sistema más equilibrado y justo para quienes se acercan al conocimiento del ámbito universitario, fui labrando una serie de amistades de esas que nunca se perderán, ya que están asentadas en la búsqueda un bien común para el progreso de nuestras vidas. No sólo un bien para uno mismo, conocidos, amigos o familiares, sino un bien general; de todos.

Las relaciones de la militancia van siempre grabadas a fuego, porque generan una unión especial. Los militantes estamos acostumbrados a luchar hombro a hombro, a tener que apoyarnos unos en otros, incluso en la derrota de lo que se creía que debía triunfar… de levantarse juntos cuando se cae… La militancia y los vínculos que esta crea son muy parecidos a los de una familia, en la que  por mucho que se discuta, siempre se sabe que vuelve a estar al lado de uno cuando creemos que toca rendirse.

Y de entre todas las militancias que he conocido, la del activismo político es quizás la que más elementos cubre, porque la política lo abarca todo, y toca todos los aspectos de la sociedad. Es por eso que no podía estar en otra organización que no tuviera un proyecto como el de Izquierda Unida, que se define como organización no sólo política, sino también (y esto es lo que nos diferencia del resto de partidos), social.

Somos una gran familia. La de los militantes de izquierda Unida. Tantas veces peleados, divididos, enfrentados… pero que al final tenemos que querernos, tenemos que querer seguir creciendo, trabajando sin recibir un premio económico sino emocional. Y ansiamos este veneno de la militancia que tanto necesitamos, y al que queremos infectar a toda la gente cercana. Incluso en los días de agotamiento físico y psíquico casi definitivo.

Estas semanas de pre-campaña y de campaña en Madrid han sido tiempos de mucha dedicación, horas robadas a nuestras familias y amigos, a nuestras parejas. Han sido días en los que la militancia de IU del distrito de Retiro ha redoblado esfuerzos como nunca, el el intento de llevar nuestros sueños de Europa al vecindario, barrio a barrio, persona a persona. Hemos hecho mucho, pero los militantes siempre luchamos por un poco más, mientras tengamos energías. Siempre hubiéramos querido entregarnos unos minutos más, incluso cuando estamos al borde del desfallecimiento… Pero al fin y al cabo, hemos dado todo lo que pudimos y este artículo pretende agradecer a todos mis compañeros de asamblea, a todos los militantes y organizaciones sociales amigas que nos han ayudado, que han juntado sus fuerzas a las nuestras, porque creíamos en ello. No puedo tener más que agradecimiento a todos vosotros porque me habéis hecho sentir vivo luchando por un proyecto ilusionante.

Y porque la militancia de Izquierda Unida es la más sana, valiente y luchadora que jamás he conocido. Jóvenes, mayores, ecologistas, feministas, republicanos, socialistas, comunistas, ateos, creyentes, gentes de izquierdas en general… Militantes que hacen que valga la pena seguir intentando un gran frente que cambie el estado de las cosas para conseguir un barrio, una ciudad, un mondo mejor. El poder de la militancia es mucho más fuerte que el de las grandes fortunas que financia a unos u otros partidos. Es nuestra manera de vivir y de comprender el mundo. Ese mundo que necesitamos cambiar, y que tan bien explica nuestro querido presidente de Uruguay, José Mújica:

“¿Qué sería de este mundo sin militantes?, ¿Cómo sería la condición humana si no hubiera militantes? No porque los militantes sean perfectos, porque tengan siempre la razón, porque sean superhombres y no se equivoquen… No, no es eso.

Es que los militantes no vienen a buscar la suya, vienen a dejar el alma por un puñado de sueños. Porque, al fin y al cabo, el progreso de la condición humana requiere, inapelablemente, que exista gente que se sienta en el fondo feliz en gastar su vida al servicio del progreso humano. Porque ser militante no es cargar con una cruz de sacrificio, es vivir la gloria interior de luchar por la libertad en el sentido trascendente.”

* César Muñoz es Coordinador de IU Retiro y Miembro del Consejo Político Regional de Izquierda Unida de la Comunidad de Madrid.

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