De compras por Madrid (I): libertad de horarios

Madrid,

J. A. Plaza*.- ¿Sabía usted, querido lector, que uno de los lugares favoritos de los madrileños para ligar es el supermercado? Esto publicaba no hace mucho un periódico de tirada nacional. La explicación la encontré cuando abrieron un comercio en mi vecindario que cerraba a las 11 de la noche. En las pocas ocasiones en las que he acudido allí a deshoras me ha sorprendido la cantidad de personas que compraban en ese momento. La anécdota viene a cuenta de una de las cuestiones más polémicas y con mayor diversidad de interpretaciones en la calle que se da hoy en la ciudad: la liberalización de los horarios comerciales en nuestra Comunidad.

Así, los consumidores parecen encantados con la noticia, a tenor de la encuesta que publica la Organización de Consumidores y Usuarios: en Madrid, el 77% de los encuestados se posiciona en contra de prohibir la apertura de los comercios en fin de semana. Aproximadamente tres cuartas partes opinan que es un tema de importancia para la ciudadanía. Igualmente, el 78% de los consumidores es partidario de volver a la libertad de horarios que allá por 1985 el Partido Socialista promovió a escala nacional.

Al amparo de los magníficos resultados cosechados por los comerciantes en la zona de Sol, donde lleva ya un tiempo practicándose este régimen, el Consejero Percival Manglano nos augura la creación de hasta 20.000 puestos de trabajo (chapeau si lo consigue) y un aumento del PIB regional de hasta 6 décimas.

Quizá por mi naturaleza liberal o por mi condición de consumidor, personalmente creo que es un avance todo lo que suponga ampliar la libertad de elección del ciudadano: libertad para elegir médico, libertad para elegir colegio o libertad para elegir cuando hacer mis compras.

Con el mayor de los respetos, lo cierto es que los temores de algunos sectores implicados en la cuestión sobre las tensiones que se van a inducir en el comercio, sobre todo por la necesidad de mayores gastos en contratación, no me parecen demasiado reflexionadas. El comercio de por sí es una actividad evolutiva, que ha ido cambiando a lo largo del tiempo y adaptándose a las necesidades y gustos de los clientes -y no al contrario-, cubriendo de distinta forma las solicitaciones de los consumidores; es decir: a nadie se le ocurre abrir una tienda de paraguas, verbi gratia, a las 7.00 de la mañana, que es la hora a la que abren muchos bares, aunque es posible adquirir una revista de madrugada en ciertas cafeterías.

Es decir que, de facto, esta medida lleva ya tiempo funcionando a escala sin ningún tipo de problema. Y en cuanto a la competencia de los pequeños comercios versus las grandes superficies, es comparar peras con manzanas: ni satisfacen las mismas demandas, ni lo hacen de la misma forma: una persona que compra su barra de pan en la panadería de la esquina no va a acudir a una gran superficie a por ella, por muy domingo que sea; ni la familia acostumbrada a hacer la compra del mes en fin de semana en un centro comercial va a acudir a los distintos establecimientos del barrio en día laborable, por mucho proteccionismo que queramos imponer. Como decía Adam Smith en ‘La riqueza de las Naciones’: “La libre competencia es la mano invisible que mueve los mercados”. Es más, las grandes superficies también crean una cierta sinergia en los pequeños comercios del tejido urbano, ya que actúan como polo de atracción del gran público y por tanto se convierten en las “locomotoras” de las zonas adyacentes.

Porque de eso se trata, en el fondo: de la regulación de los mercados y de las distorsiones que introducen las intervenciones de la Administración en ellos. Libertad de elección o prohibicionismo, he ahí la cuestión. Tampoco suena mal la idea de crear puestos de trabajo aunque, como avisan los sindicatos, sean de tiempo parcial o con menores prestaciones sociales. ¿Acaso no está sustentada la mejora de los datos laborales alemanes en los llamados “mini-empleos”, que dan acceso al mercado laboral a ciertas personas (estudiantes, ciertos tipos de parados, etc…) que de otra manera estarían fuera de él? ¿No tomó ya en tiempos el presidente González una medida similar, por cierto con éxito? En cualquier caso, el tiempo dará o quitará razones y si la medida es desacertada o no arroja los resultados esperados, con revertirla, fin de la historia. Pero como el mundo no es perfecto, mi malicia congénita me induce una duda: con el esperable aumento de actividad económica y sus consiguientes trajines y ajetreos ciudadanos, esta medida ¿acarreará incumplimientos de la normativa antirruido, especialmente en los periodos dedicados al sosiego? Habrá que exigir a muestro Ayuntamiento que esté especialmente atento a esta cuestión.

*Jose Antonio Plaza Rivero es vocal vecino de Obras Públicas de la Junta Municipal de Salamanca y Jefe de Área en la Consejería de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid.

Comentarios

  • Aparte los datos correctos e interesantes que proporciona, el artículo resulta ameno, simpático, agradable y, sobre todo, correcto. El impecable desarrollo del tema, suscita el reconocimiento y acuerdo con el concepto ex-
    puesto.

  • Estoy completamente de acuerdo con lo expuesto y a favor de la libertad de comercio, máxime en la dura época que estamos sufriendo en la que cualquier medida de dinamización económica es poca, siempre y cuando se respeten los derechos básicos, claro está. Estoy deseando leer la segunda (y posteriores) entregas de “De compras por Madrid”

  • En general estoy de acuerdo con todo lo que se dice.
    Salvo en lo de la barra de pan: si abren el Centro Comercial el Domingo y voy allí, compro la barra de pan…que además suele ser más barata que en la panadería del barrio; y como dices es un atractor de visitantes: ¿qué familia de hoy en día no decide pasar el domingo es un centro comercial? Incluso los chavales van allí a ligar…)
    Creo que en el fondo, bajo todo esto se esconde la escasa capacidad que tenemos los españoles de adaptarnos a las circunstancias: ¿qué voy a hacer si cierran la mina?, ¿de qué voy a trabajar? Pues de otra cosa, oiga. Y quizás cambiando de ciudad y/o país.

  • Muy interesante el artículo. Además desde hace tiempo, habiendo viajado por ciertos países y vistas sus costumbres de compra y los horarios comerciales con envidia, echaba de menos una medida así.
    No se obliga a nadie a comprar fuera del horario “de toda la vida”. Libertad, señores, libertad.

  • Estoy totalmente de acuerdo con el punto de vista del artículo, creo que la sociedad demanda más horario para poder hacer las compras cuando sales de trabajar y lo más cómodo sería poder realizarlas en las tiendas cercanas al domicilio. Buen artículo, enhorabuena y espero continuación……

  • Mi enhorabuena a José Antonio Plaza por su artículo. Además de compartir con él los puntos de vista que expone, me agrada especialmente lo bien escrito que está.

  • Bruno Marquez says:

    No estoy completamente de acuerdo, creo que el pequeño comerciante tiene muchas presiones, aunque es cierto que quizá la peor no es la competencia de los grandes almcenes, como bien dice el Sr. Plaza Rivero, sino los de otros comercios de “talla pequeña” que no cumplen la ley como es debido ni en las ordenanzas municipales ni en lo tocante a los derechos de los trabajador@s. Me ha gustado.

  • De acuerdo con el artículo, la libertad de apertura y fijación de horarios debe ser de cada empresario. Que cada uno sea libre de hacer lo que quiera, hay que dar facilidades al consumidor y si esto encima ayuda a salir de la crisis en la que estamos, pues mejor que mejor.

    En cualquier caso, ya se verán las consecuencias; yo no las tengo todas conmigo en lo que respecta a la creación de tantos puestos de trabajo. Hay que ver como les va a las PYMES.

    A Jose Antonio, decirle, que escribe fenomenal y que un beso fuerte (es un chico que vale para todo)

  • Completamente de acuerdo con el tema descrito en el artículo. Todas aquellas medidas económicas que faciliten la libertad de elección y la libre competencia para los usuarios y emprendedores, facilitarán la tan ansiada recuperación económica.

  • Coincido en que el artículo está muy bien escrito. Pero parece que la libertad de horarios puede poner en riesgo la estabilidad de las parejas…. Todo mercado debe tener normas, sino sería jungla. En el mundo hay experiencias en todos los sentidos. Alemania, Dinamarca, Suecia, Finlandia, y aún UK y algunos Estados de USA, tienen regulaciones de horarios. En Hong Kong y Singapur hay más libertad. ¿A quién nos queremos parecer?

    • Estoy de acuerdo en que todo debe tener su regulación (incluso los mercados y las relaciones de pareja…) pero en este bendito país se escriben reglas, leyes, leyes orgánicas, decretos, decretos legislativos, decretos-leyes, reales decretos, bandos, ordenanzas… y luego no se controla nada de nada de nada… Verbigracia, para el caso que nos ocupa: los establecimientos de los chinos, pakistaníes, locutorios… ¿se controlan sus horarios y se controlan sus productos como debiera?, ¿generan puestos de trabajo?… El problema que tenemos es que no nos queremos parecer a nadie coherente en particular, queremos patentar improntas propias y así nos va… Hemos de ser coherentes, dado que tenemos todo regulado y legislado, lo que hay que hacer es, simplemente, controlarlo. Plaza eres un crack, venga esa segunda entrega…

  • Estoy totalmente de acuerdo con J A Plaza. Debemos fomentar la libre competencia y la libertad.Lo aqui defendido es un paso en ese camino.

  • Me parece un buen artículo, aunque las diferentes posturas son ami juicio irreconciliables. Para mí, en general es sano que haya libertad de horarios para las actividades comerciales. El problema viene cuando el pequeño comercio juega en desventaja con las grandes superficies por un simple tema de coste relativo de personal por hora. Amortizar un incremento de horario para un pequeño comercio es muy complicado con el actual sistema laboral salvo que reduzca horarios en otras franjas de menor afluencia (abrir más tarde por las mañanas, cerrar or descanso un día laborable o cosas así).
    También estoy totalmente de acuerdo con FBernal en lo de la falta de control absoluto y la compulsión por legislar que hay en este país. Rebuscando entre las normativas se puede encontrar de todo, pero luego no hay nadie que se lo sepa y, mucho menos, que lo haga cumplir.

  • Me ha gustado mucho el artículo. Se trata sin duda de un tema de actualidad en el que no todo el mundo está de acuerdo. Para el consumo y los consumidores, sobre todo turistas, disponer de más días y tiempo para comprar será sin duda algo positivo. Pero para el mecánico que el pasado domingo me arregló un pinchazo de una rueda, en un taller al lado de un centro comercial, la perspectiva de apertura permanente en el día del Señor no le hacía muy feliz. En todo caso, como bien dice Jose Antonio, si no sale bien, esa medida es reversible. De momento, con la que está cayendo, está claro que algo hay que intentar. Enhorabuena por el artículo.

  • Querido Jose Antonio. Ante todo bienvenido a este diario digital que con tanto cariño estamos haciendo algunos locos, pero entusiastas ciudadanos. Como siempre, tu tono es caracteristico de tu persona y se agradece, máxime en una sociedad de trincheras, mal educada y con escasa capacidad de análisis y confrontación democrática. Sobre el fondo, hay muchos apriorismos ideologicos, que en muchos casos no están contrastados empíricamente y estadísticamente (ya sabes que es mi debilidad y deformación). Como no hay espacio, solo te diré que hay multitud de estudios econométricos que contradicen la correlación entre libertad de horarios y empleo. Si nos fijamos en las series, el empleo en el comercio lleva descendiendo desde hace ya varios años, especialmente en las grandes ciudades, y eso tiene que ver con la proliferación de grandes superficies que no son intensivas en factor trabajo. Sobre los minijobs hablaremos otro día. Un abrazo.

  • Totalmente de acuerdo con lo escrito. Algún día en un futuro no muy lejano veremos con anacronismo el hecho de que no existiera la libertad de horarios. Yo, personalmente, cada vez tiendo más a preferir aquellas tiendas que cierran más allá de las 20.30.

  • Luis Horacio says:

    Existen casos en los que por una u otra razón se prohíbe cosas que en principio no deberían ser controladas, es así como vamos perdiendo el libre albedrio que por derecho nos corresponde. En el caso de las actividades económicas privadas, estoy plenamente de acuerdo con que se liberen los horarios y los días de trabajo. En los tiempos que corren hay que trabajar más y es lo que mucha gente no quiere y al que quiere no se le deja, esto no tiene sentido.

    Muy buen articulo Jose Antonio, espero seguirme encontrando posiciones tan críticas.

  • Estoy totalmente de acuerdo con el artículo. Estoy a favor de todo lo que signifique libertad, con respeto a los demás. No entiendo que se diga que la libertad de horarios perjudique a los pequeños comerciantes. Si una pequeña tienda está cerrada el domingo por la tarde, no dejaré por ello de comprar ahí el lunes por la tarde. Peros si el único rato que tengo para comprar me encuentro todo cerrado…

    Essto favorece el turismo y la creación de puestos de trabajo, es más actividad económica, es bueno para el país (una pena que no se ponga en el resto de España

  • Miguel Ángel B. says:

    Desde luego es posible que esta medida de liberalizar horarios puede crear puestos de trabajo, la mayoría probablemente con salarios muy bajos. Pero a muchos de los pequeños comercios de barrio precisamente en estos tiempos de crisis en los que muchos superviven a duras penas, un palo más en las ruedas les va a hacer polvo. Y estamos hablando de pequeña y mediana empresa, esa que se supone que hay que cuidar.

  • Isabel Moneo says:

    Voy a dar mi opinión sobre las ideas expuestas, de tipo neoliberal, donde el que más tiene y puede es el que impone sus conveniencias.

    En la vida real, tal como está ahora influida por un capitalismo cerril y además tendiendo a lineas neoliberales, esa solución de libre apertura de ventas es el culmen y cenit de la más grave aberración que tiene la sociedad basada en la plusvalía y en el lucro, ya que en el fondo se va claramente que lo que infunde el valor de la vida es la posesión o no de dinero, bienes y poder.

    Este enfoque no tiene en cuenta, o directamente niega, si para competir una familia tiene que abrir en domingo y no tener vida propia, pura esclavitud, ya que esto es la jungla, la ley del más fuerte, ¡que se espabilen y compitan, y si no mueran! así será, quedando los barrios desolados, y la vida en los grandes centros comerciales.

  • No estoy de acuerdo con lo que expone el autor. Con tanta liberalización esto se puede convertir en una jungla en la que gane el más fuerte. A parte de Adam Smith existen multitud de teorías económicas, unas que apoyan el liberalismo y otras para las cuales no es ninguna piedra angular para que la economía goce de buena salud. Al final se acaban beneficiando los más grandes, y el pequeño comerciante o trabaja como un esclavo o se va a la ruina, y la esclavitud, en nuestro pais, esta prohibida, o no???.

  • PesePebrero says:

    Como autónomo que curra 60 horas semanales agradezco este tipo de comentarios. A partir de ahora me iré al paro, la competencia de las grandes superficies es buena, acabará con todos los pequeños autónomos que no seamos subcontratados por el corte inglés. Gracias a los señores del PP que aprueban estas medidas una pequeña tienda de toda la vida más que cerrará en el barrio y un euro más que se irá a parar al corte inglés.

  • ENRIQUE LÓPEZ says:

    Buen estilo, divertido y ameno, pero equivocado en el fondo. Olvida el autor que el comercio de proximidad tiene una vertiente cultural desde tiempos inmemoriales en nuestra querida España, cultura que hay que proteger porque es un valor en alza incalculable. Asistiremos a un cierre generalizado del pequeño comercio, que paulatinamente será sustituido por franquicias, basta pasearse por un gran centro comercial, donde el bocadillo de lomo con pimientos sabe igual en todos los sitios o por aquellos negocios de otras culturas que pueden competir en horarios por formar parte de su idiosincrasia a los que no critico.
    Desde el punto de vista urbanístico las ciudades amables lo son en buena medida gracias al pequeño comercio, porque este, crea ciudad. ¿Escapates vacíos? Que pena, que tristeza.
    ¿ Vamos a ser más competitivos? ¡Pues no! solo vamos a vender más y el precio será una parte de nuestra hermosa cultura. Tampoco es una medida que nos va a hacer salir de crisis porque eso solo se consigue con mejor formación en los colegios y más investigación en las universidades, a cambio, eso sí, se les promete a los jóvenes microempleos para acabar sus estudios e ir al paro directamente. Estamos en el siglo de la conciliación de la vida familiar y laboral, se preconiza por todas partes y para todos como algo que mejora nuestra calidad de vida y, según dicen los sociólogos, nos capacita como personas y nos ayuda estar más tiempo con nuestros hijos ;los hombres y mujeres del mañana, a ser más felices e incluso a ser más eficiente; pero a los autónomos del pequeño comercio se le obliga a renunciar a cambio de la propia supervivencia.
    Otra cuestión es la de la regulación de los mercados ¿De verdad estamos tan avanzados para prescindir de ella? Tenemos un ejemplo reciente en los mercados financieros ¿No?
    En fin, esto solo pretende ser una crítica conceptual y constructiva hacia alguien al que admiro.

  • me ha gustado el comentario, tanto por el contenido como la forma en la cual describes perfectamente la carencia existente de locales y tiendas abiertas durante fines de samana o festivos en esta capital de España, madrid, Todavia nos queda abrinos más y demostrar que tenemos una ciudad moderna y adaptada a los tiempos que vivimos, como sucede en otras ciudades, no solo europeas, sino cruzando el óceano, a las que curisamente cuando hemos visitado hemos ido a realizar compras.
    sigue así José Antonio, tu mente abierta deja claro tu inquietud por modernizar el sistema de nuestra capital

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