Un ‘parche’ contra la contaminación

Madrid,

J. A. Plaza*.- Mentar a la Virgen de la Cueva, danzar los bailes rituales del chamán tribal o cantar desafinado bajo la ducha han sido los métodos tradicionalmente usados para invocar la preciosa lluvia, que este invierno reseco está negando a nuestra Comunidad. Hasta ahora, al menos, ya que nuestra presidenta regional, la señora Aguirre, acaba de anunciar que se va a poner en marcha un sistema de control y estudio de las nubes mediante un radiómetro de tecnología alemana. De forma consecuente y si la cosa presta -como dicen los asturianos-, el estudio permitirá determinar el tipo de nube y el momento idóneo para provocar de forma artificial los orbayos y chirimiris que Zeus nos niega, a golpe de chupinazo argentífero.

Desde luego, no es un invento nuevo, ni mucho menos. Ya en la época napoleónica se observó que tras una batalla con uso artillero solían darse fuertes lluvias, lo que se atribuyó en su momento a las detonaciones sónicas. Posteriormente, mientras estudiaban los huracanes en los años 60, los norteamericanos observaron que se podían “fabricar” precipitaciones bombardeando las nubes con hielo seco, cuestión que perfeccionaron hasta lograr una cierta pericia usando cohetes de ioduro de plata.

Este material, al llegar a las alturas y ser esparcido, libera hidrógeno que al combinarse con el oxígeno de la atmósfera da lugar a las preciadas gotitas acuosas.

¿Sabían ustedes que China utilizó este método para provocar lluvias la semana antes de los juegos olímpicos de Pekín para limpiar la atmósfera y que no se desluciese el espectáculo? Es más, este país presume de poder irrigar pluvialmente por este método un porcentaje significativo de su territorio, lo que ha evitado grandes hambrunas a su población.

Claro que esparcir con cohetes productos artificiales por la atmósfera no parece la solución óptima a largo plazo para arreglar el problema de la lluvia, pero es una alternativa factible para un momento de restricción como el actual. Existen otros métodos como el de los suizos que dispersan iones negativos por la zona a irrigar, o el láser de pulsos alemán que crea nubes modificando los electrones de la atmósfera, que también podrían ser admisibles.

Es curioso que las organizaciones ecologistas hagan mutis por el foro en épocas de sequía, cuando en temporadas de lluvias abundantes critican la construcción de pantanos y su impacto ambiental (y eso que es nuestra primera fuente energética renovable y barata -casi gratis ya que el coste de construcción está totalmente amortizado-). Ahora sin embargo nos parece que tenemos pocos.

Pero como todos sabemos que los ciclos estadísticos de periodos lluviosos y de sequía se repiten cada ocho años aproximadamente en la península, las políticas previsoras de los gobiernos responsables permiten que el Canal de Isabel II tenga al día toda una infraestructura hidráulica capaz de capear con holgura -no sólo el invierno más seco en más de 100 años- sino posibles periodos prolongados sin pluviosidad gracias a una red de 14 embalses (con una capacidad de almacenamiento de 500 Santiagos Bernabéus de agua), 150 depuradoras y 7.000 kilómetros de tuberías y toda una red estratégica de pozos de emergencia. Y ello, teniendo en cuenta que todos los días los madrileños consumimos tanto volumen de agua como cinco torres Picasso.

Pero todos estos medios no sirven de nada si a la larga no llueve. Y ahí es donde tendríamos que apoyarnos en las tecnologías disponibles (eso sí, con cautela y sin ponernos nerviosos) para poder abastecernos, limpiar nuestro entorno y rellenar nuestros acuíferos. Sin duda, sería mejor tener limpia la atmósfera por no haberla ensuciado, tal y como hemos preconizado en este mismo blog, pero mientras vamos corrigiendo poco a poco la situación con el plan 2011-2015 de calidad del aire de la ciudad de Madrid, esta iniciativa parece un “parche” adecuado. Al menos para usarlo en zonas limitadas como el valle del Lozoya, principal abastecedor de agua para nuestros ciudadanos, y que hoy cuenta con embalses a mas de la mitad de su capacidad.

De todas maneras, el éxito anunciado por las administraciones que utilizan estos sistemas -Israel, California, Australia- son limitados, logrando entre el 15 y el 20% más de precipitaciones anuales, y siempre que la naturaleza provea de la materia prima principal, las nubes, por lo que el resultado no está garantizado; de ahí el uso del radiómetro que mencionábamos al principio.

Tampoco parece un método a utilizar permanentemente, dado que la lluvia que tú atraes para ti es la que le quitas al vecino, que puede tener también intención de regar su predio. Sin embargo, en una zona con superficie tan limitada como la Comunidad de Madrid no parece existir ese problema. En fin, mejor prever que esperar a que el preciado líquido venga a nos sólo y por el capricho de Eolo. Después de todo, ya sabemos quién es el supervisor de nubes oficial de este país y como gestione el tema de la lluvia de forma tan lábil como lo hizo con la economía, más nos vale importar todas las tecnologías disponibles del mercado. Amén.

*Jose Antonio Plaza Rivero es vocal vecino de la Junta Municipal de Salamanca y Jefe de Área en la Consejería de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid.

Ilustración: Patri Tezanos (Zonaretiro.com)

Comentarios

  • Ya era hora de que le dieras algún palo al “gestor de nubes”…

    Además de métodos para favorecer la lluvia, como dices en tu columna, también los hay (y parece que utilizados en España desde hace mucho tiempo), métodos para que no llueva (y así no arruine cosechas cuando ya sólo necesitan “sol”). Si se entera el gestor de nubes podría neutralizar el efecto “Esperanza”…

  • Amigo Plaza, muy buen artículo. Qué curioso que desde que el ínclito ZP promulgase que se iba a dedicar a contar nubes éstas no han hecho otra cosa que irse lejos o directamente no aparecer por nuestro país, podría dedicarse a contar parados a ver si el efecto es idéntico y así hace algo de provecho por la patria… aunque se me ocurre que lo mejor que podría hacer es irse a Bangla Desh en época de monzón y amenazar allí con contar nubes, así salvaría cientos de vidas…

  • Los sistemas para provocar artificialmente lluvia son muy interesantes. Creo recordar que en su día doña Espe vio el invento en Israel durante una visita. El propósito de limpiar con agua y de paso regar no es ninguna tontería.
    De hecho ,los problemas que causa el invento son de naturaleza administrativa: las nubes sobre Madrid nos llegan desde el Oeste con frecuencia. Si Castilla León hace estallar las nubes encima de su territorio, nos priva del agua. Si Madrid hace estallar las nubes sobre su territorio,Castilla-La Mancha puede quejarse. En un país entregado a la locura autonómica y a la chifladura localistas, cuanto más dependas del Cielo y menos de los hombres, mejor. Ya me imagino las manifestaciones en Barcelona si Aragón aplicara el mismo sistema: “Aragón nos roba el agua, etc. etc. El conde de Guadalhorce, que era un genio, creó el sistema admnistrativo del agua por cuencas hidrográficas, que era lógico, pero ahora con las autonosuyas estamos hodidos, con h, que es peor que con jota.

  • La verdad es que cuando hace tiempo oía hablar de la lluvía artificial, me parecía ciencia ficción, a pesar de que es verdad que los chinos lo vienen haciendo desde hace tiempo y que lo utilizaron en los juegos de Pekin. Ahora ya parece una cosa de lo más nomal, poder influir en los fenomenos metereológicos como si tál cosa, e incluso que se lleve a cabo en nuestra Comunidad: De todas formas, tiene que haber nubes y esas si que no se fabrican.
    Pero lo que más me gusta, es el último párrafo. Aprobecho también la ocasión para ir contra el supervisor oficial de nubes (como tú le llamas), que me encanta apuntarme a estos comentarios.

  • Union Jack says:

    En estos tiempos de desesperanza y, para algunos, de desesperación, cualquier noticia positiva es buena, aunque parezca “cosa de brujas”. Es cierto que, al igual que la economía, en la metereología existen ciclos mas o menos acotados temporalmente. El problema es que, al igual que en la economía, no tenemos memoria histórica: cuando estamos en la cresta de la ola nos dedicamos a derochar, dinero y agua, sin pensar en el futuro a medio plazo, sin pensar en que, en un futuro no muy lejano, en la caída del ciclo, nos lamentaremos por no haber actuado de otra forma. Por eso es muy importante la concienciación de la población tanto en las “vacas gordas” como en las “flacas. El agua, al igual que la prosperidad económica, “no cae del cielo”, por lo menos cuando nosotros queremos.

  • Juanma GG says:

    Todos estos sistemas para inducir la lluvia (nada de lluvia artificial) son muy costosos y de muy irregular eficacia. La meteorología es caprichosa y aún con las mismas condiciones previas no se pueden garantizar los mismos resultados de inducción de lluvia… exactamente igual que no se puede predecir la velocidad exacta de una tormenta o la intensidad de su precipitación.

    Además de estos sistemas existen otros que mediante cohetes siembran la atmósfera de micropartículas que actúan como puntos de condensación. El agua al condensar sobre la partícula va generando una gota que acaba cayendo por simple gravedad. Pero no olvidemos que todos estos métodos necesitan una condición previa indispensable: que la atmósfera tenga la humedad suficiente para poder “extraérsela”.

    Y respecto a tu acertada reflexión final, es evidente que somos muchos los que así pensamos, mira este genial chiste de JM Nieto: http://bit.ly/yoGzHd

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