Rajoy se esconde tras las togas del Constitucional

Madrid,

J. E. Villarino*.- Craso error. Rajoy no se moja. No se ha mojado nunca. Y ahora ante la gravedad de los hechos a los que estamos asistiendo, tampoco. Le pasa la papeleta al Tribunal Constitucional, para lo que hizo la reforma legal de octubre.

 Con ello, les da un balón de oxígeno a los sediciosos, a costa de no mojarse él.

El TC, caso de que estos no se retracten y vuelvan a los cauces constitucionales a lo máximo que puede sancionarles es por un delito de desobediencia, con penas de inhabilitación y punto. De entre 6 a 24 meses, y una leve sanción económica.

Rajoy ha hecho dejación de funciones hace mucho tiempo al no haber puesto en marcha medidas de naturaleza administrativas y legales ordinarias, aplicando la intervención, parcial o total, de la Comunidad Autónoma mediante el artículo 155, para lo que no es necesario que diga nada el TC.

El artículo 155 está para corregir mala administración y gestión autonómica, no para temas de independencia. Para ello está el código penal contra la sedición, rebelión, golpe de estado, etc. Intervenir una autonomía es distinto al problema de la luchar contra la declaración sediciosa de independencia.

El ejecutivo tiene y tenía figuras legales y penales para aburrir: conspiración para la sedición, sedición, rebelión, prevaricación, malversación de caudales públicos, etc. Nada de esto ha puesto en marcha.

La diferencia es sustancial. Del delito de desobediencia al de rebelión, Rajoy les ha regalado muchos años de no sanción. El delito de sedición, aplicado a una autoridad,  puede conllevar pena de hasta 30 años de prisión.

Así las cosas, tan culpable es la administración secesionista como la que ha jurado cumplir y hacer cumplir la ley y no lo ha hecho. Igual delito también, si bien de distinta gravedad.

PP y Psoe no son ya actores que puedan solucionar esta grave situación porque también han contribuido a crearla. La situación viene de lejos, de muy lejos, entre otras cosas por la connivencia del partido socialistay popular de pactar con los nacionalistas y darles un trato de favor electoral, en que con unos cuantos votos se eregían en la obtención de escaños, que otros partidos de implantación, con tres veces los votos, solamente obtenían un tercio de escaños. Desgraciadamente, PP y Psoe no son la solución, son parte también del problema. 

¿Hubiésemos aceptado que a los golpistas del 23-F se les hubiese juzgado solamente por desobediencia, en vez de por un delito de rebelión, que es lo que ocurrió?

Dentro de no mucho tiempo, será la hora del pasteleo político. El Psoe con la matraca federal, que ni ellos mismos saben en qué consiste y que está superada por la realidad de las transferencias actuales.

No obstante, el mayor peligro vendrá del propio PP, que intentará solucionarlo con más pasta y creará un nuevo cupo catalán, al estilo del cupo vasco vigente. Ciudadanos, que ha mostrado de entre todos los partidos la mejor defensa de la unidad de España, se lía con el futuro. Habla de sustituir el Senado por una Conferencia de Presidentes Autonómicos, es decir, con una solución confederal. Vaya cacao maravillao. 

Ellos, secesionistas y bi-partidos, han fracturado la sociedad catalana y los excesos en las transferencias que nunca debieron producirse han alimentado a generaciones de catalanes, vascos y gallegos en mentiras históricas, en falacias y delirios independentistas y en odio al resto de españoles y a España, en definitiva.

 Difícil, muy difícil solución tiene esto sobre lo que hoy hablamos. Por no decir que imposible.

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