Rajoy y los AVEs

Madrid,

J. E. Villarino*.- El pasado domingo 3 de abril tuvimos la ocasión de oír en el programa Salvados que dirige Évole, la opinión que nuestro presidente del gobierno en funciones tiene sobre la rentabilidad de los trenes de alta velocidad y de las infraestructuras en general, que este gobierno, al igual que todos los anteriores, no dudan en apuntarse en su haber.

En un momento de la entrevista, la conversación discurre de este tenor:

• Rajoy: ¿Qué país del mundo tiene una infraestructura de trenes como éste? (…)
• Évole: A veces van un poco vacíos los trenes (…).
• Rajoy: Sí, sí, bien. Vacíos, sí. ¡Pero la tenemos!

O sea, que lo que le mola al presidente es tener infraestructuras por tenerlas, sin tener en cuenta si sirven para algo, o no. Claro, con esta política, que es igual que la de sus predecesores socialistas, González y Zapatero y de la de Aznar, ahí están las autovías quebradas, los túneles tapiados, los anillos ferroviarios inacabados y arrumbados, los aeropuertos sin aviones y revendidos a precio de saldo, pabellones de cultura en mitad de la nada y así un largo etcétera de inversiones absurdas.

Que un presidente de gobierno del siglo XXI opine esto de las infraestructuras y de su función social es de juzgado de guardia. Su opinión estrambótica e irresponsable, cuando menos, le incapacita para seguir en el puesto que desempeña, sea en funciones o medio pensionista. ¡¡¡¡Cómo se pueden decir tantas barbaridades, tan gordas y en tan poco tiempo!!!!

Así les luce el pelo. Bueno, así nos luce el pelo, porque todos estos despropósitos corren a cargo de nuestros bolsillos, cada vez más escuálidos. ¿Cómo les van a salir las cuentas si se gastan el dinero en lo que no deben, si no tienen ni idea en qué deben emplearlo?

Andan estos días a la gresca Montoro y las autonomías por lo del déficit público, que no cuadra ni a gorrazos. Pero, ¿¿¿cómo va a cuadrar si gastan en lo que no deben y en lo que deben luego ya no les da???

Tiene todo un gobierno para que le echen las cuentas y una inmensa pléyade de funcionarios a los que preguntar para que les asesoren en qué deben gastarse el dinero y en qué no.

Prefieren asesorarse de los asesores que ellos mismos nombran, con lo cual no se enteran de nada, entre otras, por dos razones evidentes: una porque los asesores que contratan son de su cuerda política y saben tanto o menos que ellos y, dos, porque los asesores están para hacer la pelota al ministro de turno, no vaya a ser que lo devuelvan a los corrales del paro o a volver llevar la conserjería del partido.

Presidente, la alta velocidad es muy, muy cara

¿Alguien se ha tomado la molestia de decirle al presidente del gobierno los tres datos, mal bailados, para que no diga tantas tonterías? Se los digo yo:

Mire, presidente, construir un kilómetro de vía de alta velocidad cuesta de media la friolera de 16-18 millones de euros. Depende. Si es en un terreno movido, con túneles y viaductos, caso del AVE a Galicia, puede llegar a los 22-25 millones. Y no somos los más caros de Europa.

No tiene más que multiplicar por los que llevamos construidos y los que quedan por construir para hacerse una idea a lo que asciende la fiesta.

Pero sigue la cuenta. Mire, presidente, mantener como Dios manda un kilómetro de esa misma vía cuesta al año la friolera de 100.000 euros y ahorrar en ello es apostar a que ocurran desgracias como la de Santiago de Compostela.

¿Alguien le ha dicho al presidente que un tren de alta velocidad de los que circulan por nuestras vías de alta velocidad puede costar hasta 30 millones de euros, según del modelo de que se trate? Multiplique por los más de 250 trenes de alta y velocidad alta que tenemos.

Visto lo visto, presidente, la fiesta de los trenes de alta velocidad, que un señor de Sevilla se empeñó en llevar a Sevilla porque allí es donde nació y otro a Valladolid por parecida razón y otro a Galicia porque también es de allí y la ministra del ramo aunque zamorana pasa por pontevedresa, la fiesta va por cerca de los 70.000 millones, el 7% del producto anual.

Hace pocos días echábamos estas mismas cuentas en otro artículo y decíamos que España es la segunda potencia mundial en kilómetros de vías de alta velocidad y los últimos en viajeros por km de vía. Creo recordar que decía que nos habíamos hecho un traje una o dos tallas más de la necesaria y ahora nos cuelgan las hechuras.

Tenemos las vías, como usted dice, ¿pero, además de meter algún tren que otro, qué hacemos con ellas? ¿Maratones? ¿Cucañas? ¿…?

La alta velocidad no vertebra España

Hace aproximadamente un año escribía (aquí1 y aquí2) que los trenes de alta velocidad no han servido, ni sirven, para “vertebrar España” y que tampoco han tenido relevantes efectos positivos sobre el turismo, como se han hartado de repetir con fines electorales los políticos.

Mire, presidente, según los expertos, “utilizando la econometría de panel de datos, los resultados son muy poco halagüeños: el AVE no ha tenido efecto alguno (no tienen significatividad estadística) en ninguna de las variables turísticas, salvo una caída en torno al 8% en el ratio de ocupación hotelera.

Por el contrario, sí resultan destacables los efectos positivos tras la ampliación del aeropuerto en ese período (Barcelona, Málaga, Alicante), que generaron mejoras en la ocupación (7%), en las pernoctaciones (15%), y en la estancia media (6%). Ello muestra el gran impacto del transporte aéreo en la industria turística”.

Concluyen los expertos: “En definitiva, parece que la evidencia empírica es más testaruda de lo que algunos políticos desearían y, lamentablemente, no es la oferta la que crea la demanda. Tener trenes vacíos o infraestructuras que no se utilizan no contribuye al desarrollo del país. Al menos nuestros estudios indicarían que tener trenes vacíos no tiene impactos significativos sobre la actividad turística. Invertir los (escasos) recursos en las alternativas socialmente más rentables, sí.” (Economía 101 para políticos: otra vuelta de tuerca sobre la rentabilidad social de las infraestructuras de Daniel Albalate, Javier Campos y Juan Luis Jiménez en Nada es Gratis el 15/04/2016.

Concluimos nosotros: otra política ferroviaria, sustituta de la alta velocidad, hubiese sido posible, mucho más barata y con similares prestaciones en calidad, con tiempos de viaje muy ligeramente superiores.

Tome nota, presidente y a ver si lee y se le pega algo de los técnicos.

* José Enrique Villarino es economista y consultor, experto en Transporte y columnista de Zonaretiro

Comentarios

  • francisco says:

    Creo que como se dice en el articulo la ignominia les corresponde a todos los presidentes y es que se rien de nosotros, no desinteresadamente.

    Gilipollas primero

  • begoña botello says:

    Sr. Rajoy alguien le tenía que decir como funciona el Ave y la Economía en este país, el Sr. Villarino lo ha plasmado muy bien. Un gran entendido Y conocedor en estos temas.
    Lo siento Sr. Rajoy las verdades sólo tienen un camino.

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