Por un nuevo regeneracionismo español

Madrid,

J. E. Villarino*.- Las últimas elecciones han supuesto un varapalo para los dos partidos que antaño sumaban mayorías holgadas de votos entre ambas formaciones. PP y PSOE es difícil, muy difícil que se vean en las cómodas alternancias de hace años. Eso pasó a la historia, al menos por un buen puñado de años.

Entre ambos, malamente han sumado en las últimas elecciones municipales y autonómicas un 52% de los votos, cuando históricamente sumaban entre un 75-85%, y no les ha quedado otra que pactar con los llamados partidos emergentes para poder tocar poder en ayuntamientos y autonomías. El PSOE con Podemos y avalando que en algunos casos se hiciese con el gobierno alguna que otra fuerza independentista y el PP con Ciudadanos, aunque con un menor número de alianzas en este caso.

En el caso de PP-Ciudadanos, los pactos llevados a cabo han sido para las investiduras y nunca de gobierno. En el caso del PSOE ha habido pactos de investidura y pactos de gobierno.

En este artículo nos vamos a centrar en el partido Ciudadanos y en la posibilidad de que en torno a él se articule un gran partido regeneracionista, con la confluencia de UPyD, que en las pasadas elecciones no ha salido en la foto electoral.

Previamente hemos de decir que el Partido Popular es muchas cosas. Rajoy se empeña en que el PP es un partido de centro. Nada más lejos de la realidad. El PP tiene electores de derecha conservadora, de derecha más o menos liberal, de nostálgicos de un centrismo ya inexistente y socialdemócratas muy próximos a un PSOE que parece haber abdicado de esta posición.

La sangría de votos de este partido que aglutina un amplio espectro desde una derecha católico-conservadora a una socialdemocracia se debió al incumplimiento de su programa en materia económica, pero, sobre todo, a la negativa a hacer política y al haber renunciado a los valores de una parte muy importante de su electorado.

Por otra parte, el PSOE un día se acuesta socialdemócrata y al siguiente se despierta abrazado a radicales, comunistas, antisistema y los tan cacareados populistas con tal de pillar poder, sea el que sea, cada vez más alejado de poder homologarse a otras fuerzas socialdemócratas europeas.

Esta deslocalización respecto de sus electores y el constante ir y venir de un lugar a otro para responder a requerimientos siempre cortoplacistas les ha pasado la factura que todos conocemos agravada por un contexto de grave crisis económica y de valores.

Ante este panorama, donde nadie está en su sitio ni es quien es, se necesita un partido regeneracionista que ocupe el sitio del centro y sus aledaños más próximos tanto a la izquierda como a la derecha, dejando en su verdadero sitio tanto a la derecha conservadora como al socialismo más social e izquierdista, valga la redundancia.

Dos son las encomiendas que a nuestro juicio debe tener esta nueva fuerza política. Por un lado es urgente que este partido regenere la vida pública española de tanta corrupción, clientelismo y demás ismos nefastos que nos han llevado a donde hoy estamos y, por otro, que lleve a cabo las reformas institucionales que PP y PSOE se han negado en treinta años a llevar a cabo.

Algo de la primera parte ya lo ha emprendido Ciudadanos al exigir en los pactos unas duras condiciones anti corrupción, acompañadas de otras de saneamiento institucional. Pero ello dista todavía mucho de una verdadera regeneración institucional de todos los poderes del estado que hagan de lo que hoy es una partitocracia una democracia homologable a las europeas más avanzadas.

Sólo a título de ejemplo: listas abiertas, cambio de la Ley D´Hont, devolución al Gobierno Central de las transferencias de Educación y Sanidad, agrupación de municipios hasta reducir a la tercera parte el número de los existentes, reducción de empresas públicas, fijación en los presupuestos los sueldos de los cargos públicos, fijación de las incompatibilidades de todos y cada uno de los cargos públicos, elección de los miembros del Poder Judicial por jueces y magistrados, supresión de embajadas y oficinas de representación exteriores, no estatales, supresión de subvenciones a partidos políticos y organizaciones sindicales y un largo etcétera.

Ninguna de estas cosas han hecho los bipartidos que han estado 33 años en el poder. Es necesario e inevitable que la regeneración la hagan otros partidos. Y, excluidos PP y PSOE solamente queda Podemos que no parece el más apropiado, vistas sus propuestas electorales y los primeros pasos dados en sus pocos días de gobierno.

Fagocitados electoralmente IU y UPyD por Podemos y Ciudadanos, el partido de Rosa Diez debería, una vez que ésta deje la dirección de UPyD, encontrar su acomodo junto a Ciudadanos, con la fórmula que mejor ellos resuelvan. Ambas formaciones deberían ser el embrión de ese gran partido regeneracionista que necesita la sociedad española.

Entroncando con la tradición del regeneracionismo de Costa, este nuevo partido, se llame como se llame, Ciudadanos o lo que sea, deberá retomar la idea de una conciencia cívica para los ciudadanos españoles, soberanos y libres, iguales en derechos y obligaciones, beligerante contra la corrupción, impulsora de la arrumbada y casi proscrita idea de nación como forma moral, espiritual y cultural de la tradición y del estado como mera forma instrumental de ésta.

A pesar de casi 100 años de distancia las ideas de los regeneracionistas españoles con Joaquín Costa a la cabeza, tienen plena vigencia hoy día. La lucha contra la corrupción, el fomento de la Cultura y la Educación, la lucha contra la pobreza, un cierto desapego al poder y el hartazgo de la vieja política, así como la idea de una España común son ideas de plena vigencia para aplicar hoy entre nosotros.

* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF).

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