90 años de Ciudad Universitaria

Madrid,

J. E. Villarino*.- Algo de historia. La reina Isabel II trasladó en 1836 el campus de la Complutense a Madrid, pasándose a llamar Universidad Central y alojándola principalmente en la calle de San Bernardo, pero también en una serie de caserones y locales dispersos por el casco urbano de Madrid.

A instancias del rey Alfonso XIII, el 17 de mayo de 1927, se constituyó la Junta de la Ciudad Universitaria, compuesta por personajes destacados, por ostentar cargos importantes en la administración, en la enseñanza, o por su relieve social. La Junta disfrutó de una considerable autonomía y fue responsable no solo de los aspectos pedagógicos, si no también de los financieros, económicos, administrativos, técnicos y de la ubicación y construcción del nuevo campus.

La Ciudad Universitaria, conocida antaño como Campus de Moncloa, está situada en el distrito de Moncloa-Aravaca, en el noroeste de la ciudad. Allí se ubican la mayor parte de las facultades y escuelas superiores de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad Politécnica de Madrid, así como más de una treintena de colegios mayores e instalaciones de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. En esta área de marcado ambiente universitario existen, además de las facultades y rectorados, numerosas residencias de estudiantes, colegios mayores, tres polideportivos, piscinas, un jardín botánico y extensas zonas verdes.

Los políticos, no podían faltar

Nuestras regidoras Cifuentes y Carmena, que han coincidido en un acto con motivo del 90º aniversario de la Ciudad Universitaria, se han puesto estupendas, anunciando mediante sus cándidos gorgojeos el preludio de la primavera. Jornada lírica, llena de tópicos, plagada de simplicidades y experiencias personales, como no podía ser de otra forma.

Un ejemplo de las perlas de la regidora municipal: “La universidad aunque tenga 90 años es joven. La universidad por definición es la expresión de la juventud”, ha señalado Carmena, quien ha considerado que la “universidad siempre será joven y escuela permanente de formación y de vida”.

Aquí va otra: la alcaldesa, que también ha arrancado su intervención recordando su paso por el campus, cuando acudían a “tirar panfletos” y a “defender” la democracia, ha deseado feliz cumpleaños a la universidad y ha dicho que es “una chica excelente” y que sus jardines esconden “susurros amorosos”.

Alcaldesa, todos sabemos que ha sido, es y será usted muy “progre” o “progresista”, como prefiera, pero mire, correr delante de los grises y darle a la cyclostil, lo hemos hecho muchos: excusatio non petita… eso.

Vamos con otra insigne universitaria: más allá de sus recuerdos, como su paso por la facultad de Derecho y su condición de funcionaria de la Universidad, la presidenta autonómica ha puesto en valor que este campus no nació “como consecuencia del paso de los años”, sino debido a “un proyecto, una planificación muy estudiada para la cual se miró lo que estaba ocurriendo en otras partes de Europa y al otro lado del océano”.

“Supo coger lo mejor de los lugares que se habían visitado”, ha continuado la popular, quien ha destacado que además de la importancia de este espacio por ser un lugar en el que se enseña, se crea y se transmite el conocimiento, es relevante por ser un lugar declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y parte del “legado histórico y cultural” que las administraciones, las universidades y la sociedad tienen obligación de cuidar y legar de la “mejor manera posible a generaciones venideras”.

A esta chica le ha dado más por la parte burocrática y lo del Bien de Interés Cultural que es el Campus. Pues, presidenta, no se nota, y depende de usted.

Casi al mismo nivel intelectual se expresaron los excelentísimos y magníficos rectores de las madrileñas Universidad Complutense y la Universidad Politécnica, así como de la Universidad Nacional a Distancia, que a tenor de sus disertaciones, tampoco estuvieron a la altura de las circunstancias esperadas.

Miren, regidora, presidenta y rectores, han confundido y mezclado ustedes dos cosas bien distintas: la universidad Complutense, la Politécnica y la UNED con el campus, con lo que se ha llamado y se sigue llamando Ciudad Universitaria, hasta mediados e los 70, el único campus de la provincia. El continente, con los contenidos.

Bastante dejadez y descuido

La Ciudad Universitaria está, con perdón, bastante cochambre, con jardines llenos de restos de comida, papeles, botellones, latas y otras cosas de uso más privado. Las pintadas abundan por doquier en fachadas, paredes, e incluso interiores de las facultades y escuelas (menos en estas últimas).

Aunque el campus de Somosaguas no sea estrictamente Ciudad Universitaria, es el paradigma de la suciedad y la dejadez, que pone de manifiesto el orden mental del que gozan algunos elementos de las facultades allí destacadas y que han sido el avispero de unos señores, votados por cinco millones de conciudadanos, que si por ellos fuera, trasladarían la porquería de su facultad, la de Ciencias Políticas, a otros foros.

En esto, la universidad no es una excepción y la, por mi muy querida, Ciudad Universitaria no es una excepción.

Señora alcaldesa, la Ciudad Universitaria de sus años y los míos (en mi caso la segunda mitad de los sesenta del pasado siglo) era otra cosa. Estaba inacabada, más o menos cuidada, no abundaban las pintadas (se usaba más la pancarta). Para mí, estaba bonita, era guapa.

Yo inauguré las dos facultades (edificios) de Economía, cuando se abandonó en 1964 el viejo caserón de San Bernardo: el que hoy ocupa Psicología, al que nosotros bautizamos como Galerías Castañeda en homenaje a un insigne decano y profesor que era el auténtico filtro de los economistas futuros.

El otro, fue en 1969, a un todavía inconcluso edificio de Somosaguas, en mitad del campo, al que nos envió el ministro de la Gobernación de aquel entonces para intentar acallar y que no tuviesen eco nuestras protestas.

Muy poco o casi nada han hecho los sucesivos rectores que de entonces acá ha habido, por cuidar y conservar debidamente el campus de la Moncloa. El primitivo estilo de pre-guerra se perdió y convive malamente con las nuevas facultades y escuelas, que adolecen, salvo alguna excepción, de vulgaridad y hasta algo de feismo.

Los más perniciosos, a mi parecer los más recientes, entre los que figura el que fuera decano de Económicas un porrón de años y más tarde rector otros más, Carlos Berzosa, compañero de bancada y entonces amigo, bajo cuyo rectorado la universidad Complutense se degradó en sectarismo y calidad hasta extremos inverosímiles. Lo siento, Carlos, así me parece, y así lo digo.

Del contenido de la situación actual de las universidades que acoge el campus, dan para otro artículo y hoy este tema, no toca.

* José Enrique Villarino es economista y consultor, especialista en Transporte, y miembro del Foro del Transporte y el Ferrocarril (FTF). Autor del blog ‘Paseo de coches’ en Zonaretiro.com

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