El barrio de Salamanca se vuelca con la Vogue Fashion´s Night Out

Madrid,

S. Remón.- Luces, cámaras y Moda. Moda con mayúsculas porque fueron miles los madrileños que desempolvaron sus mejores galas para disfrutar de la Vogue Fashion Night Out en el barrio de Salamanca. Desde las ocho de la tarde hasta las doce de la noche de este miércoles, las tiendas de las principales de las grandes marcas de moda extendieron alfombras rojas para recibir a cientos de ‘clientes’. Unos clientes un tanto especiales, ya que su nivel adquisitivo no era el de quienes pueden permitirse comprar un bolso de Chanel de 3.100 euros, una joya de Tiffany&Co de 1.370 euros o un abrigo de Prada de más de un millón de las antiguas pesetas; y que no hicieron uso de sus tarjetas de crédito.

Las miles de personas que anoche disfrutaron de la Fashion Night se limitaron a hacer colas interminables para entrar a sus tiendas favoritas y degustar allí los combinados alcohólicos que se servían en su interior, y a participar en las actividades que la revista patrocinadora del evento, Vogue, y las firmas organizaron en los exteriores: photocalls para posar como auténticas estrellas (solas, acompañadas de esbeltos modelos o calzando altísimos Manolo Blanick), una sesión de música del DJ Mario Vaquerizo (marido de Olvido Gara ‘Alaska’), regalo de dulces de algodón de azúcar en plena calle Serrano (frente a la joyería Rabat y junto a la tienda de Loewe) como si de una feria se tratara, degustación de mojitos en un autobús descapotable de la firma Pandora, fotografías a bordo de un auténtico taxi neoyorkino de DKNY, etc. etc. etc.

Una hora antes del arranque del evento, a las 19:00 horas, los periodistas de moda y estilo empezaban a trabajar en el cruce de la calle Lagasca con Ortega y Gasset. Allí, Vogue organizó un photocall por donde fueron pasando celebrities españolas antes de hacer su particular ruta de compras; la misma que hicieron los miles de amantes de la moda que se acercaron hasta el barrio de Salamanca con su ‘pasaporte blanco’ que permitía el acceso a todos los comercios (tras hacer su correspondiente cola). Ante los fotógrafos de los principales medios de comunicación y revistas pasaron famosos y diseñadores como Modesto Lomba, Alma Aguilar o Ágatha Ruiz de la Prada, orgullosos de que la fiesta de la moda de Vogue celebrara ya su tercera edición. La nota curiosa de la noche la pusieron Marta Sánchez y Carmen Lomana que escogieron para el evento el mismo vestido: uno de los diseñadores italianos Dolce&Gabbana.

Zonaretiro.com visitó las principales tiendas participantes en la noche y habló con los directores y directoras de las mismas, que coincidieron en destacar el éxito de la convocatoria. Coralie Rogez, de Yves Saint Laurent (Serrano, 34), y su country manager Laura Barbat de Iturriaga, el director de la tienda que Prada tiene en el número 4 de Goya, Giovanni Rizzo o Patrick Beze, de Missoni no daban abasto a saludar a amigos y clientes habituales. Paloma Bienvenida, directora de la tienda de Chanel en Ortega y Gasset, 14, Estela Ayuso, la store manager de Escada en el número 10 de la misma calle, Audrey Marsal, de Christian Dior y Andrea Corsetti, el director de Tiffany&Co también fueron testigo de la avalancha de clientes.

A la entrada de sus tiendas había guardas de seguridad que impedían el paso a los visitantes, a la espera de que los clientes que había dentro desalojaran el local, y dentro se encontraban varios más vigilando que las prendas, de gran valor en su mayoría, estuvieran bien protegidas.

Entre los visitantes había gente de todas las edades, desde niñas con sus madres, pasando por adolescentes que lo querían fotografiar todo hasta jóvenes fanáticas de las grandes firmas y clientas más mayores de toda la vida a quienes los responsables de estas tiendas trataban como tal.

La noche de ayer era un día en que cualquiera podía probarse un vestido o una joya millonaria, pero pocos fueron los que se animaron, a pesar de los descuentos especiales que las tiendas ofrecían de ocho a doce de la noche. En Tiffany&Co, una pareja prometida intentaba escoger el anillo de la boda. La joven se probó dos anillos pero la dependienta les invitó a volver al día siguiente con más tranquilidad. A su lado, decenas de curiosos hacían cola para tomar un sorbito de Moët & Chandon y se agolpaban en los mostradores para ver de cerca joyas imposibles de comprar. Moda con mayúsculas para Miles de Madrileños.

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Fotos: G. Bravo (Zonaretiro.com)

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