Cada sábado nueve desconocidos se reúnen para hablar de vino

Madrid,

G. Bravo- Sábado. Seis de la tarde. Nueve curiosos del vino se reúnen alrededor de una pequeña mesa, en una enoteca que ha abierto recientemente en el número 9 la calle Menorca. Todos son del barrio pero no se conocen. Les presenta el enólogo, Santiago Lillo. Por delante, cuatro horas -que acaban siendo cinco- de cata, charla y debates sobre el vino y lo que no es el vino. Lillo preside una alargada mesa que guarda tres copas vacías para cada aprendiz.

A este enólogo le avalan 28 años de experiencia en bodega, como sumiller y en el área didáctica vitivinícola, pero también un don de gentes que convierte el curso en algo más que un curso; degustando vinos blancos, rosados y tintos de las distintas denominaciones de origen; eso sí, todas españolas. Lillo explica y aclara dudas y regala su experiencia a quienes allí acuden por primera vez, a los que algo entienden por haber asistido antes a alguna cata, y a quienes ya son duchos en el arte de catar vinos pero se animan a probar esta experiencia diferente. Entre amigos.

Además del barrio y el gusto por el derivado de la uva, a los asistentes a la cata les une la pasión por la gastronomía, la literatura, el porqué de las cosas… y lo que empieza como una clase se convierte en una mesa redonda en la que varios desconocidos son cada vez más transparentes… ¿Cuál es el último vino que ha sorprendido por lo exquisito de la cosecha? ¿Realmente hace falta gastarnos mucho en una botella para agradar a quien nos invita a cenar a su casa? ¿Es cierto que con el pescado es mejor tomar vino blanco? ¿Siempre?

Lillo guarda paciencia de maceración carbónica. Asegura no sólo vender vinos, sino ayudar a comprenderlos, distinguirlos y apreciarlos; de hecho, ya ha empezado a recibir visitas de conocidos hosteleros del barrio interesados en cursos de cata para sus empleados, pero de momento éstas solo van dirigidas al público particular, que ya disfruta de ellas los sábados y los domingos desde 40 euros.

Lo que fuese timidez, se convierte en soltura con el paso de la tarde y el vino acaba uniendo a los asistentes acabada la cata. Son las 21:30 horas, nueve los desconocidos, ocho los tragos bebidos y, por su fuera poco, fin de semana.

· Próximas catas: 26 y 27 de marzo y 9 y 10 de abril. Sábados de 18-21:30 y domingos de 11-14:30. Imprescindible reservar previamente.

· Más información aquí.

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