La gestora del Palacio de Deportes no quiere alojar al Club de Esgrima

Madrid,

Á. de Rioja / R. López*.- Visto el devenir de los acontecimientos, uno vuelve la vista y se da cuenta de la fragilidad de lo minoritario. Esta misma fragilidad hace descubrir su singularidad, su belleza y sobre todo la vulnerabilidad y la gran exposición de los débiles al rodillo de los fuertes que sólo tienen un motor cuya identidad desveló como poderoso caballero uno de nuestros madrileños más ilustres. Sí, ilustre, conocedor y practicante del noble arte que nos ocupa: la esgrima.

Foto: ZonaRetiro.com

Los más antiguos del barrio ya conocían de años atrás una sala de esgrima en El Palacio de los Deportes. Una sala que desapareció. El barrio de Salamanca siguió contando con otro club donde practicar el noble arte: el Club de Esgrima de Madrid, fundado en 1951 por el Maestro Pedro Carbonel, maestro de armas de la realeza y de todos aquellos que quisieron acercarse a la esgrima y a sus enseñanzas.

Este club pasó sus penúltimos años en la calle Alcalá 120, en la quinta planta de un edificio de ISFAS. Terminado el contrato de arrendamiento en este lugar, y tras contactar con la Comunidad de Madrid, surgió la posibilidad de alquilar un local en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, lugar en el que ha estado sus últimos cuatro años y medio.

Octubre de 2009: de nuevo la esgrima volvía al Palacio, se ofrecía un servicio y una actividad a la comunidad y, además, el gigante ‘deportivo’ resurgido de sus cenizas daba cobijo a una actividad deportiva continuada: no era un local de restauración, tienda o despacho de abogados: en el Palacio de los Deportes se comenzó a hacer deporte para todos. No sólo celebraciones de partidos de baloncesto, no sólo conciertos, no sólo mítines de políticos, concentraciones religiosas, eventos de estética y maquillaje… Nadie duda del carácter altamente deportivo de todos estos eventos.

Y así fue como el pequeño club multiplicó por cuatro sus socios, amplió sus servicios a la comunidad. Contaba con un contrato que desde octubre de 2009 se resolvería en diciembre de 2013. Se trataba de un contrato de arrendamiento. Nadie le regaló nada. Entre tanto, las instituciones prometían y prometían que, aun siendo firme la fecha de finalización, no había que preocuparse porque la actividad iba a continuar. ¡Oh, cándida inocencia! Se tomó la palabra institucional y se hicieron inversiones económicas que permitían mejorar el aprendizaje, el desarrollo, la práctica y la difusión de la esgrima así como la mejora continuada de sus instalaciones y estructuras para el mejor desarrollo de la actividad.

El Club de Esgrima ha ido creciendo y ofreciendo más actividades que le han permitido autofinanciarse a medida que ha visto cómo las ayudas y subvenciones al deporte minoritario y los clubes de deporte de base han ido menguando hasta casi desaparecer. Los tiempos de crisis y de a río revuelto ganancia de pescadores han hecho mella en todos.

Lucía Figar, el 22 de octubre de 2013 en el Club de Esgrima
Lucía Figar, el 22 de octubre de 2013 en el Club de Esgrima

Durante mucho tiempo el Club solicitó a la Comunidad que, del mismo modo que grandes clubes de baloncesto que realizan su actividad en el Palacio eran incluidos en el pliego de condiciones, el deporte de base y minoritario tuviera el mismo trato a la hora de sacar a concurso la gestión del mismo. Nunca se ha conseguido. Eso sí, siempre negativas con buenas palabras y amplias sonrisas.

En octubre de 2013 se comunica al club que debe abandonar las instalaciones en la fecha que figura en el contrato. Alarmados por la situación que se avecina y tras comprobar que la inversión realizada en la instalación iba a ser irrecuperable, se aprovecha una visita de la Consejera de Educación y Deportes a la entidad para plantearle la delicada situación a la que el club ha quedado expuesto. La situación es alarmante: dejar en la calle a un club con catorce puestos de trabajo, unos 800 socios, actividad deportiva ofrecida a la comunidad, uno de los deportes que más resultados ofrece a la Comunidad de Madrid, en mitad de la temporada y con competiciones importantes a la vista. Y todo esto se traduce a que es cuando ya están encauzados los entrenamientos para pruebas internacionales, Ctos. de España, etc. En el momento que más daño se hace a los deportistas. Practicantes todos de un deporte minoritario, pero no por ello menos digno y no por ello aportando menos triunfos y resultados a la esgrima madrileña.

Su respuesta es que no haya preocupación porque todo se va a arreglar. De nuevo ¡cándida inocencia!

La Gestión del Palacio de los Deportes sale a concurso público. Sólo concurre una empresa y como era de esperar gana el concurso.

Y ocurre lo menos deseado: la nueva empresa no quiere al Club de Esgrima de Madrid en su Palacio. 

El Club pide ayuda a la Comunidad. Visita despachos, directivos y a políticos, sobre todo para pedir que alguna de sus promesas se hiciera realidad. Lo único conseguido fue que el nuevo adjudicatario estaba dispuesto a contar con el Club en sus instalaciones por una cantidad imposible de manejar por una entidad deportiva como ésta. Todo lo que se pudo obtener fue una prórroga de seis meses en la actividad y en el alquiler de uno de los locales mientras se buscaba otra ubicación y de nuevo se volvía a invertir en ella en vez de invertir en los deportistas, que es a quien va dirigida la actividad del club. Invertir en ella, para empezar, significa pedir un préstamo. Un préstamo para una entidad sin ánimo de lucro que, precisamente por no tener este afán, ve mermadas sus posibilidades de obtener ayudas. Y sobre todo vuelta a empezar.

Los últimos meses han sido convulsos entre negativas e imposibilidades e impotencias. No obstante, la excelencia del Club en este asunto no ha estado tanto en soportar tan terrible situación como en la gestión y oferta de una solución a sus deportistas, sus socios y a la esgrima misma: el Club abandona el Palacio y abandona el barrio al que tantos años ha dado servicio. El Palacio de los Deportes volverá a ser una estructura vacía, muerta hasta que no se avive por conciertos, espectáculos, congresos religiosos, etc. Y, sobre todo, lo que la Administración ha conseguido es que los ciudadanos dejen de disfrutar de unas instalaciones que se mantienen con dinero público, con sus impuestos y que su gestión y beneficio pasen a unas segundas manos que se van a lucrar tal y como nos vienen acostumbrando los mismos tiempos. Una gestión privada ante la incapacidad de realizar una óptima gestión pública.

El Club se despide de este barrio donde tanto ha trabajado y se va a Ventas. Un cambio que ha pasado por la absoluta autofinanciación, pasa a tener un proyecto 100% propio sin dependencias, autogestionado y autoliderado. Un proyecto gestionado, construido y llevado a cabo 100% por el Club. Con el esfuerzo de todos sus socios para los que hay un profundo agradecimiento por el esfuerzo y compromiso con el nuevo proyecto.

* Ángela de Rioja Mediavilla y Rafael López Hidalgo son la presidenta y el director del Club de Esgrima de Madrid.

Comentarios

  • Una pena. Una empresa decide sobre SU palacio de “deportes”. Creíamos que era el/nuestro palacio de deportes. Es una guerra y vemos el botín: ¿tenemos claro en qué bando estamos? ¿Vamos a seguir votando a los mismos ladrones? ¿vamos a seguir haciendo política solo cada cuatro años?
    ¡Nos vemos en las calle! Cita ineludible con la dignidad.

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *