Un acceso que no ha podido cumplir ochenta años

Madrid,

Andén 1*.- La historia del acceso de D. Ramón de la Cruz de la estación de Lista, es como todas las cosas que nacen y desaparecen, peculiares en sí mismas. En 1930, como resultado del cambio de circunstancias en el desarrollo del barrio de Salamanca la entonces llamada “Superioridad” decide sustituir el trazado de la línea 3 de la primitiva concesión llamada “del barrio de Salamanca: Independencia-Retiro a Diego de León por Serrano” por otro ramal que, sirviendo a la zona más desarrollada de éste cosmopolita barrio, pudiese crecer en un futuro, servir a la Guindalera y extenderse por el barrio en expansión de la Prosperidad.

Foto: Andén 1

Así se decide que, adosando una estación similar a la existente en Ópera o la proyectada en su día en la de Progreso para el ramal de la Fuentecilla, desde Goya partiese este ramal que contase además con parada en las calles de Lista y Diego de León (a las puertas del barrio de La Guindalera).

En 1930, esta zona del barrio no era ni mucho menos como la conocemos hoy. Muchas de las casas sólo un poco más al Este de la estación de Goya estaban en construcción, existían aún solares vacíos y había calles sin asfaltar. No había semáforo alguno que controlase el ya intenso tráfico en la zona del cruce de Goya con Alcalá ni la de la transitada calle de Torrijos. Este ramal daría el espaldarazo definitivo a la consolidación de la zona Noreste del barrio.

La estación de Lista serviría a la calle de su nombre, que se estaba desarrollando como eje transversal desde la Castellana hasta las Rondas sirviendo como alternativa a la frecuentada calle de Goya. Los edificios iban surgiendo y la población aumentaba considerablemente.

Los vecinos, enterados de que la estación de Lista iba a tener sólo un acceso, – pues se había publicado en las revistas especializadas el importante proyecto-, reclamaron en Comisión ante la Compañía la apertura de un segundo vestíbulo en el extremo sur que sirviese a los vecinos de las calles de Ayala, D. Ramón de la Cruz, Díaz Porlier y Alcántara ya que, hasta 1944 fecha de inauguración de la línea 4, no se abriría el acceso de Goya a Conde de Peñalver.

La Compañía accedió y junto con la línea se abrió al público el 17 de septiembre de 1932, funcionando dicho ramal con coches que alternativamente y desde Cuatro Caminos-Sol iban a Ventas o a Diego de León bifurcándose en la estación de Goya.

La Guerra Incivil llegó en menos de cuatro años y Madrid desde prácticamente el comienzo de la Contienda se vio cercado. Ante la proliferación de bombardeos en la capital se ve la posibilidad de clausurar el ramal de Torrijos y utilizarlo como polvorín circunstancial, ya que según la versión republicano-miliciana, el barrio de Salamanca quedaría excluido de la zona de ataque aéreo al ser supuestamente “zona prorrebelde”.

Se cierra el ramal y se almacenan ingentes cantidades de material explosivo. El resto es conocido; ya lo publicamos en nuestra revista “Andeneros”. A causa de un irresponsable pitillo según unos y a causa de un sabotaje quintacolumnista según otros, la calle de Torrijos vuela por los aires y el ramal queda inutilizado. El vestíbulo y parte del acceso de la calle de D.Ramón de la Cruz, se destroza por la onda expansiva. Hay una foto publicada en el libro “90 años de metro en Madrid” que explica por sí misma cómo quedó la zona. En ella se ve un automóvil estrellado contra el fondo. Tres milicianos algo “perjudicados” etílicamente, volaron en un Ford “Torpedo” requisado, tres metros hacia adelante y otros abajo al no percatarse del tremendo agujero. Afortunadamente para ellos les restauraron el chasis en la casa de Socorro de Montesa.

 

Este acceso se reconstruye y se abre posteriormente junto con el ramal.

A lo largo de su vida se ha modificado el aspecto en varias ocasiones según el gusto de la época. Recobró auge en octubre de 1958 cuando este tramo y esta estación se incorporan a la línea “de los Bulevares”. Ya no hay que hacer trasbordo en Goya para ir a Argüelles.

Hace relativamente poco tiempo se ha remodelado por completo el acceso volviéndose a un aspecto “clásico”; ya han transcurrido casi 75 años del suceso explosivo y en septiembre, el octogésimo aniversario de su apertura.

Pues bien, como si esta “boca” tuviese historia propia y después de haber nacido de milagro, sobrevivido a una guerra (incluido el atropello “vertical”) y llevando una tranquila y larga vida, resulta que un infarto o un garrotazo –cada uno decida en su apreciación- le ha hecho pasar a, en este caso, peor vida.

¿Qué ahorro supone (si es que se supone que se cierra por ahorrar) habiendo sido ya despojado hace tiempo de personal? Se me ocurre que el de la luz consumida y el de los viajeros que se cuelan al no haber taquillero ni vigilante.

En esta zona envejecida como pocas, no me imagino yo a mi vecina Carmen de tanta edad como el acceso, saltándose el torno o sacándose un billete de cinco estaciones cuando va a un destino de diez… Sí que me la imagino, sin embargo, teniendo que subir hasta José Ortega y Gasset para coger el metro.

Esperemos que a nadie se le ocurra asignar a cada estación un número par e impar y que funcionen según sea el día de la semana…aunque no demos ideas.

Mientras se suceden los acontecimientos, como a cualquier vecino del barrio que fallece -en este caso uno de 80 años- entonemos un responso metrero por su repentina, inesperada e inexplicada clausura.

* Andén 1 es una Asociación de amigos del metro de Madrid.

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