Érase una vez un palacio llamado ‘de deportes’

Madrid,

A. Inurrieta.- Como ya puse de manifiesto en el estudio que realicé en 2009, ‘Salamanca: Un distrito en Declive’ (1),  esta parte de la ciudad de Madrid, con más de 150.000 habitantes, es la que menos espacios por habitante dedica a zonas deportivas. Como siempre las razones nunca responden a la acción política, sino más a factores urbanísticos, es un distrito muy consolidado, y una cierta falta de demanda, pues la población es muy mayor, y el resto de ciudadanos ya se supone que tienen algunos centros para ejercitarse, Moscardó, Elvira, o las pistas del Parque Eva Perón, por no hablar de la obra del Escorial de la M-30.

Este tipo de política, de cierta dejadez y de ausencia de acciones de Estado en materia deportiva, choca frontalmente con el espíritu de otros países que, sin embargo, no tienen tantos éxitos en deportes profesionales. La simple visión de las instalaciones deportivas en muchos colegios en el distrito -así como en Madrid en general- y también el tipo de actividades y las horas lectivas dedicadas al supuesto deporte, muestran la desidia y también explican los crecientes problemas de obesidad infantil, algo que visualizan los niños y niñas en sus casas.

Un paradigma de esta política de escaparate, con el agravante de hacer de las instalaciones deportivas básicas un negocio, es la situación del Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. La historia de este recinto es pintoresca, por decir algo suave, y rompe todos los esquemas sobre la eficiencia en la gestión pública y, sobre todo, explica el profundo desprecio por los ciudadanos de la zona, aunque también hay que decir que éstos apenas muestran pulso vital como tales.

Este contenedor deportivo, tras un aparatoso incendio, fue reconstruido con dinero de todos los madrileños; y cuando fue terminado se externalizó su gestión. La suerte para los madrileños, pero sobre todo los habitantes de esta zona del barrio de Goya, fue que la nueva dirección, bajo la batuta de personas muy allegadas al PP -como Pedro Antonio Martín Marín y el diario El Mundo-, decidió que el palacio pasaba a ser un espacio de eventos musicales. Los que fuimos asiduos a dicha instalación para ver baloncesto, balonmano, ciclismo en pista, atletismo en pista, ahora solo podemos observar cómo la plaza se llena de tiendas de  campaña cuando hay conciertos, botellones, suciedad, ruido y -por supuesto- sin posibilidad de decidir. También se echa de menos el gimnasio que había para los vecinos y también que los colegios del distrito pudiesen utilizar sus instalaciones. El hito más sangrante fue cuando se autorizó inicialmente la instalación de un bar restaurante en el espacio del gimnasio que comenzó a ser un calvario para los vecinos, hasta que se precintó, algo en lo que modestamente tuve algo que ver en mi época de concejal.

En las últimas semanas, en una decisión histórica, se había permitido a Real Madrid y a Estudiantes volver a utilizar este recinto supuestamente público para sus actividades deportivas, lo que podía pensarse en un cambio drástico de política deportiva. Las últimas noticias nos muestran que nada ha cambiado. Los compromisos extradeportivos obligan al Real Madrid  a volver a la Caja ¿Mágica?, lo que da idea del desprecio hacia socios y aficionados y deportistas.

El distrito de Salamanca sigue siendo un distrito externalizado en sus joyas mercantiles, y los ciudadanos se mantienen callados e impasibles ante todo este tipo de atropellos. Menos mal que se puede seguir escribiendo en medios como éste para mitigar la desazón tan grande de este Madrid, que realmente nos mata.

*Alejandro Inurrieta es ex concejal del Ayuntamiento de Madrid y miembro de la Asociación Puerta de Alcalá.  

(1): Descargar informe

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