Hagan juego en Madrid… desde Las Vegas

Madrid,

A. Inurrieta*.- En la era de la relativización de toda norma o valor a nivel planetario, nos llega a Madrid la última ocurrencia de un magnate americano, Sheldon Adelson, dueño y señor del juego en Las Vegas. En una réplica un poco más chusca del “Bienvenido Mr. Marshall”, tan español, se descuelga con un proyecto mastodóntico para la Comunidad de Madrid, que incluye doce hoteles temáticos, nueve teatros, tres campos de golf y seis  casinos. Esto supondría más de 1.000 mesas y 18.000 máquinas recreativas. Con estos mimbres, Madrid se convertiría en el paraíso del juego de toda Europa. Los promotores prometen, como siempre lo hacen este tipo de proyectos casi 200.000 empleos, que en estos momentos es un señuelo que, a priori, nadie puede rechazar, aunque su realización posterior es más que dudosa.

Sin embargo, tanto la ciudadanía, como los responsables políticos, tienen que analizar muy bien la letra pequeña, y no dejarse obnubilar por las grandes cifras, que siempre están infladas, como se ha visto en otros proyectos como la Warner en Madrid, entre otros. En este ejemplo, recuerdo que la Comunidad de Madrid, construyó una autopista y un ramal de ferrocarril, cuyo resultado económico ha sido un autentico fiasco.

Una vez hecho el anuncio, la letra pequeña empieza a dibujar un panorama muy similar al Bronx legislativo. La propiedad exige relajar, y dejar en papel mojado, el Estatuto de los Trabajadores, la Ley de Extranjería o La Ley de Blanqueo de capitales, lo cual generaría un agravio comparativo, algo así como un un paraíso fiscal en Valdecarros o en Alcorcón, solo para la propiedad de dicho complejo. Todo ello, con una inversión en metro, tren y carreteras de dudosa utilidad, lo que redundaría en un incremento del gasto y la deuda, en un momento en el que se están cercenando ya prestaciones básicas, como Sanidad o Educación. En materia medioambiental, la exigencia del traslado de Valdemingómez también parece insostenible, así como la reubicación de las viviendas protegidas, el chabolismo de Cañada Real, por no hablar de la cesión gratuita de todo el terreno público. En el apartado fiscal. La exención de impuestos municipales y estatales, supone un agravio comparativo para tantas empresas y profesionales que tributan y cumplen las normas establecidas.

En el campo de extranjería, la inaplicabilidad de las normas para trabajadores que puedan venir de países foráneos y no aplicar las leyes vigentes, también es una burla para tantos casos de inmigrantes que están siendo tratados de una forma absolutamente inhumana. Por último, la entrada y salida de capital, sin vigilar los posibles casos de blanqueo u origen del mismo, es una irresponsabilidad, que incluso, podría acarrear sanciones internacionales.

En resumen, ni por todo el oro del mundo se puede transgredir las normas desde el propio Estado, pues esto genera un efecto demostración muy pernicioso, que raya en lo delictivo. Al margen de esto, si Madrid aspira a igualarse a las grandes regiones europeas, tendrá que incrementar sustancialmente el peso de la industria, y no basar toda su economía en servicios de bajo valor añadido.

*Alejandro Inurrieta es exconcejal del Ayuntamiento de Madrid y miembro de la Asociación Puerta de Alcalá.

Ilustración: Patri Tezanos

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