23-F. La película: nada que declarar acerca de los hechos

Madrid,


M. J. S. Mayo.- Si la pequeña pantalla tuvo su 23-F, el cine no iba a ser menos. Si te lo planteas, hay mucho donde rascar. Se puede mostrar la figura de Tejero como la de un héroe trágico muy visceral rodeado de patanes sibilinos que le dan palmaditas en el hombro… O centrarse en el papel del rey más allá de la versión oficial, tirando de incertidumbre fincheriana, por aquello de no mojarse demasiado… O jugar con el qué hubiera pasado si la cosa cuaja… O utilizar un vidas cruzadas explotando con buenas formas el manido “¿Dónde estabas ese día?”…

Pensemos más bien en cronología, en ilustración simple y llana de unos hechos y acertaremos con la propuesta de Chema de la Peña (responsable de Isi/Disi o Sud Express). El problema es que aquí no tenemos a un fiel aprendiz de las artes de Alan J. Pakula, John Frankeheimer y otros tantos, y el resultado es una gris ilustración que se quedará corta para los que la vivieron y poco atractiva para las nuevas generaciones que se quieran ventilar el asunto en un par de horas.

Esquemática y en ocasiones risible, 23-F cuenta, eso sí, con un reparto en el que se cuela el buen hacer interpretativo de Fernando Cayo, que da vida a un hagiográfico Juan Carlos I (ya tenemos nuestro discurso del rey a la española-; Ginés García Millán, que hace de un apagado Suárez; Juan Diego, con el rostro de Armada; o Paco Tous, en la piel de Tejero. Salvar los muebles ante líneas de diálogo demasiado obvias –Tous es el que peor lo tiene-, les honra. No se puede negar que hay momentos de tensión más o menos logrados, que la recreación del ambiente no chirría demasiado… Pero ante la pregunta obvia: “¿Qué pretende contarnos?” reina el silencio.

Y es que la película, que se estrena esta semana en los cines Renoir Retiro, se mete en el fango de las historias con la premisa de “basado en hechos reales”. En ella existen varios grupos. Los que quieren picar un poco de todo y no llegan a nada: Los que conducen el drama hasta el paroxismo –y cuando se critica, sus defensores responden ofendidos: “es que sucedió así”-. O, por último, los que saben lo que les interesa dentro de esa realidad siempre escurridiza y se lanzan con estilo a por ello: es lo que se merece un espectador inteligente. Después de lo señalado, ya saben donde incluir a 23-F.

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Comentarios

  • Incluso la Historia, tal como nos la cuentan es falsa, o dicho de manera menos contundente, no es auténtica, excepción de las fechas y nombres, o ni eso.
    Imaginemos una película, máxime ahora que se hacen a base de subvenciones ¿A quién van a favorecer?
    Harta estoy de ver películas de la segunda Guerra Mundial, donde los alemanes hablaban en su lengua, sin traducción y eran malos, malísimos. Los del otro bando, eran buenos.
    Pues lo mismo. Ahora con la película de marras, nos acabarán de contar un cuento más.

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